ABC – 29/10/16
· Crece la represión de los yihadistas, que han asesinado en estos días a 232 personas.
· Trincheras «Son unos cobardes. Mucho hablar de religión y convierten la casa de Alá en casa de guerra».
En menos de dos semanas las fuerzas kurdas e iraquíes se han situado a las puertas de Mosul. Daesh habría perdido «entre 800 y 900 combatientes» en la defensa de la capital del «califato, según estimaciones de EE.UU., una defensa que prepararon desde el primer día de su llegada al poder y que completan estos días con el secuestro de «800 familias, decenas de miles de personas» de las aldeas del extrarradio para usarlas como escudos humanos, tal y como denunció la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.
Una estrategia que dificulta los ataques aéreos de la coalición que lidera EE.UU. y que son claves para el avance de las tropas. A esto hay que añadir las ejecuciones masivas de antiguos miembros de las fuerzas iraquíes y civiles que se niegan a unirse a sus filas para defender Mosul o son sospechosos de colaborar con el enemigo. Al menos 232 personas han sido asesinadas en estos días, según la ONU.
Aldeas liberadas como Bazkertan o Tarjila situadas en zonas altas y estratégicas desde las que se puede controlar la carretera principal que une Erbil, capital de la región autónoma kurda, con Mosul, dejan al descubierto las posiciones defensivas de los yihadistas. En Bazkertan huele a muerte. Los cuerpos de los yihadistas se pudren al sol entre los escombros de las casas en las que combatieron. El olor de los cuerpos podridos lleva directo a una puerta metálica de color rojo, que por fuera parece la entrada a una pequeña caseta, pero que da acceso a un túnel que une este punto con la mezquita de la aldea. La primera parte del corredor es una zona de vida, con frigorífico y cocina. El templo está blindado por sacos terreros, es una especie de enorme trinchera con las paredes forradas por la propia tierra que excavaron.
«Son unos cobardes, unos auténticos cobardes. Mucho hablar de religión y luego convierten la casa de Alá en la casa de la guerra, todo porque saben que los aviones no van a bombardear mezquitas», denuncia Faisal Mahmoud, mando peshmerga que supervisa este lugar recientemente liberado. El socavón dentro de la mezquita es enorme, la vista se pierde en la oscuridad. «No se puede entrar, puede haber trampas. Hay que esperar a que pasen los especialistas en explosivos», advierte. Las ventanas están tapadas con mantas y hay pequeños boquetes para facilitar el trabajo de los francotiradores.
Asalto final
Los mandos militares esperan que este tipo de túneles sean aun más sofisticados según se acerque la batalla al interior de Mosul. El asalto final se aproxima y Daesh ha empezado a usar también «una cantidad extraordinaria» de armas de tiro indirectas (morteros, cohetes…) y de coches bomba, en palabras del general Stephen Townsend, máximo jerarca militar de la coalición.
Townsend señaló que los kamikazes han afinado la técnica de sus atentados y esconden ahora los coches bomba detrás de muros o en el interior de viviendas a la espera de las tropas para sorprenderlas. «Está claro que muchas de sus actividades, reuniones, así como la fabricación de explosivos las hacen en túneles, bien escondidos, porque no se fían de nadie y menos en estos momentos·, opina un responsable político de Mosul que vive exiliado en Erbil.
A pocos kilómetros de Bazkertan, en Tarjila, Sadam Ibrahim remueve los escombros de lo que fue su casa. Situada en un alto, los yihadistas la convirtieron en una especie de torre de control agujereada por una red de túneles que desembocan en la mezquita. «Esto lo ha hecho la aviación. Los hombres del Daesh vivían bajo tierra y desde allí parece que intentaron atacar a los peshmergas. Pensábamos regresar en cuanto se liberara la aldea, pero nuestra casa ya no existe, tenemos que empezar de cero».
ABC – 29/10/16