Daños y perjuicios

ABC 16/06/16
IGNACIO CAMACHO

· Los referendos son el arma preferida de los demagogos. Una simplificación intelectual que exalta el instinto populista

TODAVÍA sacará pecho si gana por los pelos. David Cameron es uno de esos políticos irresponsables que para reafirmar su liderazgo son capaces de poner a su país a bailar en un alambre. Lo ha hecho dos veces y de la primera –la independencia de Escocia– lo salvó in extremis su antiguo adversario laborista Gordon Brown cargando sobre su espalda una campaña que iba camino del desastre. Esta del Brexit va aún peor, directamente asomada al abismo, y el aprendiz de brujo que no sabe jugar con sus propios trucos ya no tiene nadie que lo rescate.

El problema de esta clase de dirigentes frívolos es que su inconsciencia la pagan sus conciudadanos. En este caso también sus conciudadanos europeos, cuyos intereses han sufrido ya la expectativa de un descalabro financiero. Un funcionario de Essen, un profesional medio de Tolouse o un autónomo de Málaga tienen hoy menos recursos patrimoniales porque un tipo de Londres muy pagado de sí mismo ha invitado a sus compatriotas a salirse alegremente de la Unión Europea. El desplome de las Bolsas, espantadas ante la posibilidad verosímil de la fractura comunitaria, ha hundido los ahorros y los fondos de pensiones de la clase media, por supuesto también de la británica. Y es sólo el principio. Si ganan los eurófobos habrá una sacudida estructural de órdago, tal vez el comienzo de la implosión de una Europa que desde luego no ha sabido construirse a sí misma. Y todo eso gratis, por capricho político. Porque un gobernante en apuros, rodeado de una élite insensata, ha decidido resolver sus aprietos jugando a la ruleta rusa.

Los referendos son el arma preferida de los demagogos. La llamada democracia directa constituye una simplificación intelectual de la noción de soberanía, grata a los embaucadores y a los demiurgos porque les permite reducir los matices y favorece la exaltación del instinto populista. Es una batalla desigual de la razón contra las pasiones, que a menudo se vuelve contra quienes la emprenden desde la falsa seguridad de su hegemonía propagandística. Por su propio concepto de apuesta a cara o cruz, a todo o nada, las consultas son el territorio ideal para el triunfo de la visceralidad antojadiza, las manipulaciones retóricas y las mitologías emocionales. Una herramienta política primaria, tosca, premoderna, cuyo abuso identifica a dirigentes con vocación caudillista y pulsiones destempladas.

El doble juego suicida y desestabilizador de Cameron ha comprometido en su aventurerismo a 500 millones de personas, empezando por los 64 millones de británicos. Ha fracturado su nación y amenaza con quebrar la cohesión de la más próspera comunidad internacional del planeta. La (i)responsabilidad es sólo suya, y si no fuese porque no hay modo de reclamarle daños y perjuicios por las consecuencias merecería el colofón de un fracaso que lo descarrilase del poder como un acto soberbio de justicia poética.