Javier Elorrieta-EDITORES
Debiera ser, en realidad, “De Barcelona a La Habana, Pasando por La Moncloa”. En su tiempo José Antonio Aguirre y Lekube, presidente del Gobierno Vasco unos meses en Bilbao y posteriormente en el exilio. escribió «De Gernika a Nueva York, pasando por Berlín». En mi caso he cogido el título por lo que deducirán del artículo. Lo de Aguirre fue por otros motivos. Desde luego no por buscar un atajo.
Desgraciadamente, lo comenté en mi facebook ayer: cuando hay partidos en el Gobierno de España que defienden el régimen de dictadura en Cuba (y en Venezuela), a lo mejor alguno cree que eso no tiene por qué tener consecuencias nefastas para poder desarrollar una política democrática en el propio país.
¿Serán capaces, algunos, de hacernos creer que se puede desarrollar una nación, España, con el soporte parlamentario de quién quiere destruirla? ¿Serán capaces, los mismos, de hacernos creer que se pueden mejorar los marcos institucionales, incluso la misma Constitución, con el soporte de alianzas en el Gobierno y el Parlamento de quien quiere desguazarla y abrir un proceso que los deshaga?
Bueno, pues esas son las preguntas básicas que debieran hacerse todos los que de una u otra forma apoyan este Gobierno.
Comentando el fenómeno de las protestas en Cuba contra la miseria, falta de alimentos, de medicamentos, y de libertad, Jon Müller en Onda 0 comentó algo paradójico, pero muy aclaratorio, en una faceta básica que define el Gobierno Frankenstein, y el porqué de los inevitables desastres que emanan de él. Este Gobierno tiene dos soportes, uno en el Gobierno, que dice que en Cuba (y Venezuela) no hay dictadura, y otros en el Parlamento, que dice que en España no hay democracia, secesionistas, nacionalistas, y los que dan continuidad al proyecto político del terrorismo nacionalista de ETA, Bildu.
Insisto, los que consideren que el que haya ministros en el Gobierno (único en Europa) que defiendan los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela, y crean que ello no tiene por qué incidir en la política general de España, tanto externa como interna, están enormemente errados.
O lo que queda, si es que queda, de sensatez dentro del PSOE, hace cambiar 180 grados la política de alianza del Gobierno -la política que al respecto se ha desarrollado desde el Pacto del Tinell-, soslaya las enormes servidumbres anticonstitucionales a las que se ha obligado por buscar el soporte del poder en separatistas y comunistas, amortigua los pagos que efectúa para ello, en términos de endeudamiento económico y destrozo democrático institucional, y plantea un serio diálogo con la oposición constitucionalista para la mejora y revisión de las instituciones con respeto a la división de poderes y afinamiento democrático de las mismas, o el enfrentamiento civil. que el propio Gobierno está inoculando con sus leyes empapadas de espíritu guerra-civilista, va a ser desgraciadamente inevitable.
Que lo sepan, también, los que silencian los aspectos negativos que de mayor enjundia política repercuten en España, mientras esperan algún desliz de Ayuso, o que Ortega Smhit se tire un pedo, para salir de su innoble silencio crítico frente a los enormes dislates de Sánchez y su Gobierno.