Nicolás Redondo Terreros-El Correo
- El acuerdo del PSOE con los independentistas sobre la amnistía es vergonzoso, inmoral y también inútil para el objetivo que dicen pretender: el fortalecimiento de la concordia
Son tres los tipos de investigación del deber: uno, cuando deliberamos si algo es honesto o vergonzoso; dos, si es útil o inútil; y tres, cómo juzgar cuando los dos anteriores parecen pugnar entre sí», le decía Cicerón a Ático. El orador y jurisconsulto romano empleaba una lógica aplastante, con el problema que se da cuando esta se topa de bruces con una realidad repleta de alternativas. Supondremos acertadamente que el romano se refería al conflicto provocado por una acción útil y a la vez vergonzosa, deshonesta o inmoral, y al resultado que se podría producir cuando siendo la acción honesta es inútil, ineficaz o contraproducente. Las personas muy inteligentes suelen equivocarse al acomodar sus sutiles juicios a personas menos inteligentes o corrientes. Porque al adversario de César le pasó por alto la posibilidad de realizar algo claramente ineficaz e inútil y además deshonesto e inmoral. ¿Para qué hacer algo sin provecho y además vergonzoso?
Pues en esas estamos. El acuerdo del PSOE con los independentistas sobre la amnistía es vergonzoso, inmoral y también inútil para el objetivo que dicen pretender: el fortalecimiento de la concordia en España y muy especialmente en Cataluña. No es necesario argumentar extensamente sobre su inconstitucionalidad porque ya lo han hecho estos últimos tres años los miembros del Gobierno actual, con el presidente a la cabeza, y muy especialmente el que fue ministro de Justicia, ahora acomodado dulcemente en el Tribunal Constitucional, Juan Carlos Campo.
Es vergonzoso, porque ellos mismos nos han hecho sentir su vergüenza por tamaño desafuero. El momento de desasosiego más intenso lo hemos sentido la mayoría de los españoles cuando el enviado especial y personal de Sánchez se ha sentado con Puigdemont, en su despacho en el Parlamento Europeo, ante la fotografía de la comisión de un delito que van a dejar impune. En ese instante han tirado por la borda los zelotes de la memoria, la historia del PSOE que va desde 1972 a 1993. Pero también nos indica la fotografía que iniciamos un tiempo histórico nuevo e ignoto. Efectivamente, los que aprueben la ley de amnistía habrán puesto punto final al periodo político que iniciamos con otra Amnistía, la del 77 del siglo pasado. Y todo esto lo habrán hecho sin percatarse de la trascendencia de sus actos, porque sólo les guía lo pequeño, lo inmediato, el instinto primitivo de sobrevivir, aun sin grandeza, aun sin dignidad.
Sí, al día siguiente de la aprobación de la ley de amnistía, que supone impugnar nuestra Constitución, nuestras leyes y la labor de nuestros jueces y fuerzas de seguridad, seguirá todo igual, pero será todo distinto. Los torpes, los pocos despistados y los muchos que seguirán angustiados por saber cómo llegan a fin de mes, no se darán cuenta, pero iniciamos un camino nuevo y peligroso. Creo, como en otras ocasiones en nuestra historia, que volveremos a ese improductivo y fratricida siglo XIX, que en España se alargó hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX. Volvemos al aislamiento, a la confrontación entre españoles, a ser menos Europa, a ensimismarnos con nuestras propias miserias.
Y todo ese camino de retroceso lo haremos obligados por un PSOE que ha dejado de ser el PSOE. Un partido político en el que el significado recto de las palabras ha perdido su valor. ¿Qué significa la palabra progreso o la palabra igualdad o la palabra solidaridad en la boca de unos dirigentes que se apresuran a pactar con un delincuente integrista por unos cuantos votos?
Tampoco será útil la decisión de aprobar una ley de inmunidad para Puigdemont y compañía, porque al día siguiente seguirán laborando para conseguir sus objetivos últimos, ahora más fuertes y envalentonados. ¡Es más!, el pacto con los independentistas servirá fundamentalmente para oprimir con más eficacia a aquellos ciudadanos que viven en Cataluña y no son nacionalistas. Ya sé que muchos dirán que no existe esa opresión a los no nacionalistas y con esa negativa se comportarán igual que los que durante el régimen de Franco decían que las huelgas y las protestas eran cuestión sólo de cuatro extremistas exaltados.
¡Aaah!, el lector está pensando en este momento que puede ser un acto vergonzoso, pero muy rentable para Sánchez, que podrá seguir siendo presidente de Gobierno. ¡Claro!, no es poca la ganancia de algunos, pero entonces no estaremos hablando de política con mayúsculas, sino de egoísmo; no deberíamos llamar concordia al mero chantaje, ni reconciliación a la humillación; ni hablar de España cuando sólo se refieren a su provecho personal.
Sólo les guía lo pequeño, lo inmediato, el instinto primitivo de sobrevivir, aun sin grandeza ni dignidad
Plutarco, en sus ‘Vidas paralelas’, relacionó a Cicerón con el gran orador griego Demóstenes. El griego dijo, como ya he recordado en otras ocasiones, refiriéndose a los populistas de antaño en Atenas: «Todo está abolido, abierto, trastornado, la ciudad pertenece a los más pícaros y desvergonzados». Hoy, 2.400 años después, en España, donde siempre nos ha gustado el exceso, no sólo estamos dominados por pícaros y desvergonzados, vamos a empezar a depender de un político fugado de la justicia y dispuesto a pasar a la historia de España, es la única que tiene a mano, por sus continuos intentos de dividirla en contra de la historia, de la voluntad mayoritaria de los españoles y de la lógica de nuestros tiempos, que impone unidades políticas más grandes y poderosas que las conocidas hasta el momento.
Es una pena, pero volvemos a hacer del periodo más estimulante de nuestra historia moderna un nuevo paréntesis, siendo para muchos aún más doloroso porque a este momento oscuro de nuestra historia nos llevan los representantes de un partido que protagonizó los momentos más culminantes del periodo político que ahora cancelan.
Adenda: todo ha sucedido con una sola voz en contra en el seno del PSOE, la de Emilio García-Page, al que intentaron desprestigiar diciéndole que en el Partido Socialista sobran «los quijotes» dando a entender que sobran todos los que se mueven por sentimientos nobles y desprendidos; pero con ese insulto a Page expulsan de su propia historia a Besteiro, a Fernando de los Ríos, a los socialistas que lucharon contra la dictadura… Expulsan al propio Pablo Iglesias. ¡Pero que más les da! ¡Pedro será presidente!