EL MUNDO 27/10/16
ARCADI ESPADA
HAY quien considera que la conciencia, o más bien el «tomar conciencia» es el problema principal de la biología, el que desde David Chalmers se llama «el problema difícil». Otros científicos consideran que el problema no existe y que la toma de conciencia del yo y de su circunstancia sólo es un efecto, y hasta colateral, de la sofisticación neuronal. A partir de determinada complejidad de las conexiones, la conciencia ¡simplemente! aparecería. Si la ciencia fuera democrática yo votaría por esta última tesis. La conciencia me parece muy sobrevalorada, francamente. Por ahí se explica mi desapego al voto en conciencia. Por la biología y también por el comunismo, oh juventud. Porque el mejor y más sensato método para el funcionamiento de las organizaciones, tan sensato que no parece comunista, es el llamado «centralismo democrático». Los comunistas discutían hasta el amanecer (es verdad que a esa hora también fusilaban), pero luego actuaban como un solo hombre. No podía ser de otro modo, porque no había institución superior al Partido a la que la conciencia individual pudiera agarrarse.