De IU a los nacionalistas

EL MUNDO 26/08/13
CARLOS CUESTA

Los dos grandes partidos se desploman en intención de voto. Nadie puede negar el impacto en su electorado de las acusaciones de corrupción. Pero si sólo fuese ése el factor, ¿cómo podríamos explicar el auge de IU, un partido implicado en el apuntalamiento del PSOE de los ERE, cuestionado por su presencia en los más lucrativos consejos de las quebradas cajas de ahorros, y que ha llegado a contar con un imputado en el caso Mercasevilla como candidato a la principal alcaldía andaluza?
¿De veras se trata de la crisis del bipartidismo o, más bien, de este bipartidismo?
El PP siempre ha querido dejarse una puerta abierta al pacto. La difícil gobernabilidad de la derecha en España –necesitada casi siempre de mayorías absolutas–, ha llevado al PP a perseguir históricamente un acercamiento a dos fuerzas: PNV y CiU. Partidos aún denominados por algunos como «nacionalistas moderados».
Pero hoy, el PNV no es sino el nauseabundo respaldo al plan de Bildu de homenajear a etarras en cada fiesta, chupinazo, caseta o feria de las localidades vascas. Y CiU se ha convertido en la más patética, desleal y cara maquinaria de quemar recursos –Cataluña supera los 50.000 millones de deuda pública tras haber recibido 28.000 millones en ayudas de todos los españoles– en pos de un suicida y anticonstitucional independentismo.
Ambos novios figuran igualmente entre las expectativas de alianza del PSOE. Ambos, junto, por supuesto, a esa IU que abraza las expropiaciones, los acosos callejeros, que felicita los cumpleaños al dictador Fidel Castro y que deja constancia de su humanidad en los mensajes lanzados en las redes sociales tras el accidente de Cristina Cifuentes. Todo ello sin olvidar el ya experimentado recurso socialista a potenciales aliados como ICV, BNG o ERC, que abarcan desde la izquierda radical hasta el rupturismo más exacerbado.
Y ésa es nuestra más profunda crisis política. La que lleva a disimular el sentido final de los grandes partidos con el ansia de no resultar inadmisibles por el radical. De no despertar la náusea del nauseabundo. España necesita un cambio en su sistema electoral. Un cambio que acabe con el control de las minorías más radicales sobre las mayorías. Pero antes, y como paso previo, necesita que las fuerzas realmente demócratas abandonen cualquier deseo de acercarse a aquellos partidos que no buscan sino la ruptura de España. Porque la víbora reanimada siempre acaba mordiendo a quien le da cobijo.