Tonia Etxarri-El Correo

La lucha por la supervivencia al día siguiente de las elecciones generales del 23 de julio es el motor que está removiendo la pugna por la ubicación en el poder. Ese puestecito de influencia para cuando se haya dejado de ser influyente. Les está ocurriendo a los partidos perdedores de las últimas elecciones locales, los que han gobernado en La Moncloa en esta legislatura. Al PSOE de Sánchez y a los morados divididos en una sopa de siglas. Un pulso a cara de perro por dejar la oposición nutrida de fieles que aseguren, por una parte, la continuidad del sanchismo y, por otra, la de la extrema izquierda desde la oposición. Ese es el escenario en el que trabajan aunque nadie se atreve a apostar por unos resultados definidos. Quedan algunas semanas para que vayamos a las urnas en plena canícula vacacional y el camino está trufado de trampas.

En la extrema izquierda reina la desconfianza desde que Yolanda Díaz se atreviera a hacer lo que no hizo Pedro Sánchez: apartar de las listas a Irene Montero por entender que asusta al electorado. Y se sienten tan inseguros que se malician que la formación fantasma inscrita a última hora con el nombre ‘Juntas, sí se puede’ acabe sirviendo de pista de aterrizaje a una Irene Montero despreciada por su propio club. No la echa de la política ni el fascismo imaginario, ni la extrema derecha, ni el capitalismo, ni los machirulos. La echa, por inútil, alguien de sus propias filas como Yolanda Díaz.

Veremos, en fin, cómo acaba este pulso. Todos saben que la división penaliza en las urnas. Que los movimientos intrigantes de las últimas semanas desmovilizan a la izquierda. Pero hay que preguntarse a quién beneficia el espectáculo que están ofreciendo quienes se han sentado a la siniestra de Pedro Sánchez en el Consejo de Ministros durante toda la legislatura. Y la respuesta es que es el propio presidente del Gobierno en funciones quien puede sacar alguna ventaja de la debilidad de sus socios. El PSOE no va a perder tanto gracias a Sumar. La crisis de la extrema izquierda le podría facilitar la recuperación de cuatro escaños. En la intención de voto que publica hoy GAD3 se desvela que la derecha está muy movilizada y que el PP suma mayoría absoluta con Vox. Pero el PSOE, aunque baja, no se hunde.

En ese alambre se mueven los socialistas que ven que van a tener que cambiar el mantra de su campaña sobre la cruzada contra la derecha, uy qué miedo. Que hay que acompañarla de otros ingredientes porque, en sí, ya se ha visto, no les funciona. Habrá que ver el ritmo de adaptación. Al secretario general de los socialistas vascos, Eneko Andueza, le cuesta pasar los deberes a limpio porque cree que el PP, también en Bizkaia, es más adversario de lo que parece. No se entiende de otra forma que en la sesión del convulso comité federal del pasado sábado, se comparara con Isabel Díaz Ayuso. Mientras ella tomaba cañas «algunos nos estábamos jugando la vida». Serán los nervios pero Andueza pincha en hueso. Porque los que se han jugado la vida durante los años de plomo de ETA fueron, además de los socialistas, los compañeros de Díaz Ayuso, precisamente. Que pruebe a comparar «a esa señora» con lo que hacía Sánchez en esos años. A ver qué le sale.

Las encuestas le siguen dando al PP al alza. Recibiendo más de 700.000 votos procedentes de las filas socialistas y dando por hecho un notable trasvase de votos de Vox. No es sólo la economía. Es el clima político lo que está en juego en las próximas elecciones. Que se ha enrarecido mucho desde el 28 de mayo.