Iñaki Ezkerra-El Correo

Vivimos una época apasionante como ciudadanos que somos de la Vía Láctea. Sin ir más lejos, a principios de mayo los científicos pudieron ser testigos por primera vez en la Historia de cómo un planeta gigantesco y gaseoso de un volumen comparable al de Júpiter era engullido por una estrella similar al Sol, cuyos eones -según la revista ‘Nature’- habían experimentado un proceso de ensanchamiento generado por la vejez de la estrella. Uno lee este tipo de cosas y empieza a entender la política española con unas claves que nunca nos proporcionará Ignacio Varela.

Como los científicos de los que habla la revista ‘Nature’, los españoles hemos asistido al engullimiento en un pispás de dos partidos políticos -Podemos y Ciudadanos- por dos viejos mastodontes de fuego estelar crepitante y decrépito. Ahora lo entiendo. El festín galáctico que ha culminado estos días atrás, en el cual Arrimadas, Villacís, Montero, Belarra, Pam y demás estrellas fugaces han sido electoralmente absorbidas a una velocidad infinitamente superior a la de la luz, se produjo en realidad hace 15.000 años en las proximidades de la constelación de Aquila mediante un potente estallido de luz, que fue seguido por una corriente de polvo de larga duración que brillaba intensamente en energía infrarroja fría, y que no solo generó un explosivo efecto festivo en las sedes de Génova y Ferraz, sino que hizo igualmente las delicias de Vox. En realidad, el proceso de abducción interestelar e interplanetaria ya se había iniciado antes con la desaparición en el espacio sideral de Albert Rivera y Pablo Iglesias, como antes que ellos de Rosa Díez y su UPyD.

A lo que asistimos, en fin, es a una reconstrucción del sistema duosolar del bipartidismo. Se equivoca quien sueña que el PSOE va a desaparecer por mucho batacazo que pueda darse el 23-J. Como se equivocaba también quien soñaba con la desaparición del PP en la época en que Casado andaba dando vueltas a la idea de poner la sede de Génova a la venta. La sede de Génova sigue ahí. Y nadie ha vuelto a hablar de venderla. En el fondo, y en la superficie, los dos grandes monstruos que son el PP y el PSOE se necesitan uno al otro y cíclicamente se las irán arreglando para quitarse de en medio cualquier partidito que asome por el horizonte con la pretensión ilusa de hacerse un pesebre parecido al de ellos. Por esa razón, la euforia de Vox es todo menos realista. En cuatro años sufrirá el mismo destino que Podemos y Ciudadanos. Como lo sufrirán Yolanda Díaz y Macarena Olona si consiguen jamarse algún rosco en la próxima cita con las urnas. La astrofísica de la política nacional no perdona. Todo esto, como digo, ocurrió hace 15.000 años. Lo que vemos ahora son estrellas y planetas muertos.