IÑAKI EZKERRA, EL CORREO 11/02/13
· En este país hay partidos políticos que han nacido solo por una vendetta.
El mote no es sólo una genuina costumbre patria sino un difícil arte en el que el genio español se revela espiritual, metafísica, ontológicamente y alcanza las más altas cumbres de la creatividad. Me viene a la mente el caso del tipo que se fue a vivir a un pueblo manchego y al que un lugareño le aconsejó que tuviera cuidado con lo que decía ya que sus paisanos enseguida le sacarían un mote. Él respondió a la advertencia con arrogancia: «De mí poca leche van a sacar». Y esas palabras fueron suficientes. Se quedó con el apodo de ‘Poca Leche’. Resulta obvio que quien se lo puso fue la misma alma caritativa que le previno de tan peligrosa tradición. Me acuerdo también de los periódicos asturianos en cuyas esquelas figura el mote del difunto porque –según me explicaron– en esa tierra nadie se conoce por los nombres y los apellidos. Me acuerdo de la visita a Marbella de la mujer de Obama; del paisano que pasaba por allí y que, cuando le enfocó una cámara televisiva, aprovechó la ocasión para llamarla «la señora del mojama». Fueron unos segundos, pero el hombre hizo lo que pudo para colgarle un mote al mismo presidente de los Estados Unidos y para que el paso por España de la primera dama americana no le saliera gratis. Me acuerdo, sí, de los alias de los etarras –Dienteputo, Zapatones, Paticorto…– que son una versión ultracastiza del mote de toda la vida, una prueba de que sus usuarios son más españoles y más de pueblo que el toro de Osborne. Y me acuerdo, ¡cómo no!, de ‘Luis El Cabrón’, ese mote que puebla la prensa de estos días y cuyo hallazgo tuvo lugar en la contabilidad opaca del ‘caso Gürtel’. Cuando oí ese alias por primera vez en relación con Bárcenas me pareció un poco fuerte, la verdad. Pero, visto lo visto, reconozco el talento de quien lo acuñó.
Cuando a mí me hablaban en el cole de Antonio Pérez, el autor de la leyenda negra, me entraba la risa, como a mis compañeros. A todos nos costaba creer que hubiera un ser capaz de vengarse de un reino entero por un cabreo con Felipe II. Nos parecía una chaladura del típico profe fachilla. Nos parecía que Antonio Pérez no era un personaje histórico sino de tebeo. Hoy me doy cuenta de que este país genera, en efecto, tipos y tipas así de peculiares. Aquí hay un extesorero que es capaz de llenar la prensa internacional de artículos ominosos contra España y de tirar por la borda en una semana todo el esfuerzo colosal de recortes y sacrificios que han hecho sus compatriotas para recuperar la credibilidad ante el mundo. Aquí hay gente capaz de cargarse todo, la economía, la unidad nacional, la pacificación vasca y lo que haga falta por puro rencor. En este país hay partidos políticos que han nacido sólo por una vendetta. ¿Qué rencor puede haber mayor y más retorcido que el de quien es capaz de crear un partido para fastidiar a sus antiguos compañeros de militancia?
Por cierto, Antonio Pérez escapó sin mote.
IÑAKI EZKERRA, EL CORREO 11/02/13