Del Blog de Santiago González
Así a ojo, parece que es ella la que las confunde. Ningún partido puede aceptar que un militante pida el voto para la competencia. Ya estamos otra vez en la hinchazón del lenguaje: llamar militantes a los que no son sino afiliados. Maixabel es la viuda de Juan Mari Jáuregui, gobernador civil de Guipúzcoa entre 1994 y 1996, que fue asesinado por ETA el 29 de julio de 2000, en la cafetería del frontón de Tolosa, donde charlaba con el periodista Jaime Otamendi. Hay algunas circunstancias chocantes en este crimen. El Gobierno había detectado que la vida de Jáuregui corría peligro y mediante la empresa Aldeasa lo destinó a Chile, como medida de seguridad.
Lo chocante es que Jáuregui volviese siempre a pasar las vacaciones a Legorreta, su pueblo, que durante sus estancias en Chile hiciera excursiones a Venezuela para practicar la elegancia social del diálogo con etarras allí residentes y que durante sus vacaciones se citara con Otamendi tres sábados consecutivos en el mismo lugar. El Ayuntamiento de Legorreta estaba compuesto por cinco munícipes del PNV y cuatro de Euskal Herritarrok, marca de Herri Batasuna con la que trataba de burlar la ilegalización. En el pleno convocado a propósito del asesinato se elaboró un comunicado de condena que fue aprobado por los cinco concejales del PNV con la abstención de los cuatro de la izquierda abertzale, uno de ellos sobrino carnal de la víctima.
Esto es lo que hay. Maixabel me ha parecido siempre una mujer peculiar. Nunca trataría yo de explicar a una víctima del terrorismo cómo ha de vivir su duelo, pero el que expresa la viuda de Jáuregui en el documental ‘Zubiak’, dirigido por Jon Sistiaga se me hizo algo incómodo. El documental comienza con un nocturno de la verja de la cárcel de Nanclares, que se abre para dar paso a un hombre cargado con una mochila. Sube a un coche y mientras conduce sus primeras palabras son para decir: “Yo he participado en una veintena de atentados, cuatro de ellos mortales y da los nombres de sus víctimas: Juan Mari Jáuregui, Santiago Oleaga, el empresario Korta y el mando de la Ertzaintza Mikel Uribe. A continuación se ve a Maixabel Lasa al volante de su coche y evoca a su marido mientras se dirige a hacer las compras para preparar una comida a su asesino en la Sociedad Bilkoin. Durante el almuerzo hablan de todo ello. Hasta en tres ocasiones dice la mujer: “cuando mataron a Juan Mari…” para corregirse sobre la marcha: “cuando matasteis”. Volví a verlo ayer y volvió a parecerme algo obscena la conversación, evidencia de que Euskadi es un árbol genealógico que en unas ramas da asesinos y en otras, víctimas. A uno no le parece mal que las víctimas tengan un cierto rencor, ya lo tengo dicho.