Santiago González, EL MUNDO, 18/10/12
Los debates son asunto de otro tiempo, como los mítines, los sondeos, la jornada de reflexión, actos litúrgicos ymás bien prescindibles. La protagonista es la tele, no los candidatos, ni los oradores de los mítines, y, mucho menos, el público. Los aparatos tratan de soslayar las calvas de asistentes, que son las heridas del desinterés y señalan el minuto del corte, generalmente alguna banalidad dicha con énfasis. Y organizan los debates, claro. ETB había organizado un plan de espacios electorales consistente en cuatro programas Euskadi pregunta, una aplicación de la fórmula Tengo una pregunta para usted con los cuatro candidatos a quien se supone más votables: PNV, PSE, PP y EH Bildu, negando su minuto de gloria a UPyD y Ezker Batua. Con el mismo criterio, los cuatro primeros fueron invitados al debate televisivo entre ellos que se celebró anoche. El asunto había obtenido el beneplácito de los cuatro convocados y la protesta de los excluidos, el primero de los cuales recurrió este plan ante la Junta Electoral, que lo desestimó. ¿Con qué criterios se admitió a EH Bildu, coalición que no había competido nunca antes y se dejó fuera a dos partidos que habían tenido representación en la última legislatura? Misterio, ma non troppo. Es verdad que EH Bildu no tenía representación parlamentaria. Pero sí la tenía Eusko Alkartasuna y la legitimidad de su único diputado, Juanjo Agirrezabala, ha sido heredada por la coalición que apoya su partido. Es curioso que elsocio mayoritario de EH Bildu, la ilegalizada Batasuna, no le haya conferido nada de su ilegitimidad. Cosas de la transustanciación. El nuevo recurso ante la Junta Electoral Central obtuvo una doble respuesta favorable que llegó antes a los periódicos que al partido recurrente. De hecho, el candidato lo supo oficiosamente cuando ETB lo llamó para preguntarle su estatura con el fin de disponerle el atril, dos horas antes de que la Junta se lo comunicara a su partido. Ventajas de la ucronía. Las modernas campañas electorales fueron inauguradas por la televisión en aquel famoso cara a cara de 1960 entre Richard M. Nixon y John F. Kennedy. Luego la cosa ganó mucho con un famoso debate televisivo de1974 entre un gatazo marrullero llamado François Miterrand y Valery Giscard d’Estaing. La moderadora, François Giroud, hizo cumbre en la historia de su oficio al desconcertar a Giscard con la pregunta: «¿Sabe cuánto vale un billete de metro en París?». Para equilibrar, preguntó a su contrincante el presupuesto de la Seguridad Social. Miterrand dio la cifra sin pestañear. No se supo hasta mucho después que Giroud le había hecho pasar un papel con la respuesta minutos antes del debate. Lo que no suele recordarse es que aquellas elecciones las ganó Giscard, que desactivó la inteligencia emocional de su oponente: «Señor Miterrand, no hable así a los franceses. Usted no tiene el monopolio del corazón». La periodista Giroud dio pruebas de su insobornable eclecticismo al aceptar el cargo de secretaria de Estado de la Condición Femenina que le ofreció Giscard. El público prefiere el cara a cara o mano a mano entre los dos candidatos con posibilidades. La unidad es siempre el par, pero no el póker. No se entiende el discreto encanto de esa cama redonda con la lógica del Nixon frente a Kennedy o Joe Louis contra Dempsey. Frente al dramatismo del duelo, la comedia de Bob y Carol y Ted yAlice, tan demodée.
Santiago González, EL MUNDO, 18/10/12