Tonia Etxarri, EL CORREO, 12/10/12
El candidato del PNV, Iñigo Urkullu pasa por encima de las antenas parabólicas con tal de no encontrarse con sus oponentes, de uno en uno, y tener que discutir con ellos en ese formato que tanto gusta a los telespectadores y tan poco a los jelkides. Lástima. El PNV siempre ha rehuido de los debates «cara a cara». Bien porque han ido sobrados como el partido más votado o , quizás, por temor a que florezcan las contradicciones. El caso es que los debates entre dos candidatos los rechazó Ardanza y, por supuesto, Ibarretxe que preguntaba al resto de candidatos si pensaban respetar la voluntad mayoritaria de los vascos, pero los interpelaba a todos a la vez.
El caso es que Urkullu no rompe esa inercia tan didáctica y va pasando entre las bambalinas de los focos y los aplausos de los convencidos en los mítines sin meterse apenas con nadie. Se sabe el centro. ¿Para qué discutir si, quizás, en un pulso con Patxi López sale a relucir que la propuesta de acuerdo es una pose de campaña? ¿0 con Basagoiti que su propuesta de nuevo estatuto piensa saltarse la votación del Congreso de los Diputados? ¿O con Mintegi, que no enseña todas las cartas independentistas que nos da a entender?
Los « cara a cara» son muy sustanciosos para los ciudadanos pero arriesgados para quien parte desde una posición de ganador. Bien lo saben los norteamericanos. Y los franceses. Este año, sin embargo, la fórmula ha sido posible en Galicia y en su televisión pública. Cuestión de voluntad. Y como el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo no tiene complejo alguno, se ha batido el cobre, primero con el candidato socialista y después con el del BNG, batiendo récord de audiencia. Más de 360.000 espectadores pegados al televisor, alcanzando un pico de 700.000, que es la verdadera prueba del algodón. Es cierto que otros candidatos han vacilado en algunas campañas, el propio Rajoy o en Andalucía, Javier Arenas; y su declinación fue calificada posteriormente como un error.
Pero en el Pais Vasco el rechazo del PNV ha sido sistemático. Y cuando no se tiene delante al competidor, las preguntas van al viento y, para cuando obtienen respuesta ya no queda ni Bob Dylan para dar cuenta de ellas. El primer debate de ETB fue entre seis candidatos. Una multitud. Un ‘copypega’ de mensajes individuales que alcanzan su máximo cenit cuando pueden decir al adversario que falsea los datos pero que todo queda reducido, por razones de tiempo, a un titular intercambiado.
Del pulso electoral, podríamos ver a Egibar esperando la respuesta de EH Bildu («la gauche caviar» le llama) sobre su dedicación durante estos últimos 35 años. O los silencios de Mintegi cuando el PP le emplazara a repudiar la historia de ETA. 0 al alcalde de Vitoria y candidato del PP, Maroto, interpelando al PNV sobre la duplicidad de tantos parlamentos como tenemos en la estructura de Euskadi.
Cuando los candidatos se han presentado en la televisión con el formato de las preguntas de los treinta ciudadanos anónimos en el plató, el interés de la audiencia por sus mensajes ha ido creciendo. Tendrán que tomar nota. Y modernizarse también en esto.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 12/10/12