JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 31/05/15
· Comprobaremos que su objetivo no es corregir los fallos del sistema político, sino implantar otro que lleva a la ruina.
La izquierda piensa que no hay extremistas en ella. Le viene de su carácter de religión laica, que le impide detectar sus propios fallos, incluida la corrupción en sus filas. Sus corruptos tienen siempre una justificación y sus extremistas son, en realidad, cruzados de su causa. Los extremistas sólo están en la derecha. Y ya, puestos a la faena, meten al centro-derecha con ellos. Ha sido no sólo su convicción, sino también su táctica para justificar los millones de muertos que ha causado cuando ocupó el poder y la argucia de que se ha valido para conquistarlo.
Es la que empieza a usar aquí la izquierda blanda, el PSOE, y la dura, Podemos, para unir fuerzas y desalojar al PP de todos los lugares en que ocupa el poder. Pablo Iglesias se olvida de los ERE andaluces y de que había considerado al PSOE «casta», mientras Pedro Sánchez se olvida de que Felipe González retiró a Marx de los altares para enviarlo a las bibliotecas y convirtió al PSOE en socialdemocracia, la única izquierda que ha traído bienestar para individuos y naciones. Y si piensa que va a «centrar» a Podemos, que vea lo que ha pasado a Izquierda Unida.
Siempre que la izquierda moderada ha ido del brazo de la radical, la radical se ha impuesto por la sencilla razón de que representa la forma más pura de ese movimiento, lo que la hace superior y más fuerte dentro de él, aunque sean menos. Lo cuenta como nadie Wolfgang Leonhard en «Die revolution entläst ihre Kinder», «La revolución despide a sus hijos», meticulosa crónica de cómo el grupo Ulbricht, del que él formaba parte, se hizo con todo el poder en Alemania Oriental, a base de formar parte de un gobierno en el que «sólo» habían pedido las carteras de Cultura y Educación, y exigido que la presidencia estuviera ocupada por «un profesor de universidad de reconocido prestigio». Me recuerda la elección de candidatos respaldados por Podemos en las últimas elecciones.
No trato de demonizar a nadie, sino de ver la realidad sin disfraces, a la luz de los hechos, no de las palabras, siempre engañosas. De ahí que mi propuesta sea justo la contraria de la de Esperanza Aguirre: dejar al frente de izquierdas gobernar en ayuntamientos y comunidades. Entonces veremos lo que son realmente. Entonces comprobaremos que su objetivo no es corregir los fallos del sistema político que tenemos, sino implantar otro completamente ajeno a él. Otro que, como todas las utopías, parece admirable sobre el papel, pero lleva a la ruina y a la opresión. Empezando por la de quienes les ayudaron. Hoy, estamos todavía a tiempo de evitarlo. Pasado mañana, lo dudo.
En cuanto a los que se quedaron en casa el domingo pasado o votaron otra candidatura para dar una lección a Rajoy, sólo decirles que, por favor, no echen la culpa a nadie de lo ocurrido.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 31/05/15