José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Hoy se cumple un año del asedio tumultuario a la Consejería de Economía de la Generalitat, otro hito del ‘procés’ narrado con detalle por Lola García en su libro ‘El naufragio’
Hoy hace un año del registro de la Consejería de Economía del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, que resultó importante en la localización de documentación presuntamente inculpatoria en los procesos penales contra los líderes independentistas procesados por rebelión y otros delitos. La Policía y la Guardia Civil estuvieron muchas horas asediados en el departamento que dirigía Oriol Junqueras por una multitud que no les permitió salir del edificio. Se destrozaron vehículos policiales y se robaron armas.
Allí aparecieron, protagonistas en el tumulto, los hoy conocidos como los Jordis, Sànchez, presidente de la ANC, y Cuixart, de Ómnium Cultural, ambos en prisión preventiva. La efeméride —como las aprobaciones de las leyes de desconexión el 6 y 7 de septiembre— tampoco la celebrará el independentismo porque el acoso a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, el comportamiento ambiguo de los Mossos y la agresividad de los radicales que consumaron aquella tropelía no son un hito ni épico ni lustroso en la narrativa ‘procesista’.
En el prólogo de este relato —de lectura aconsejable—, Juliana cree que la expresión ‘procés’ es ya un “un magnífico significante vacío” que puede acoger decenas de versiones que el propio periodista enuncia. Tiene razón. Pero de entre las muchas significaciones que ha tenido el ‘procés’ —y las que tendrá—, emerge con más fuerza cada día la del fracaso que Lola García reformula como ‘naufragio’ coherente con la travesía naval a Ítaca que Artur Mas —radiografiado en el libro con mucha agudeza— inició irresponsablemente en 2012.
No voy ni siquiera a intentar resumir una vibrante pero serena crónica periodística como la de Lola García sino solo a subrayar que destapa algunos episodios poco conocidos —casi inéditos— y que culmina con éxito el retrato de personajes de la trama que han estado entre bambalinas. Es el caso de David Madí o de Carles Viver Pi-Sunyer, entre otros.
La autora borda los perfiles psicológicos —además de los biográficos— de Carles Puigdemont y va describiendo encadenadamente los acontecimientos que, además de propiciar el ‘naufragio’ del proceso, demostrarían las medias verdades, las mentiras, el duro enfrentamiento interno entre los protagonistas políticos de esta larga escapada y a la postre ese final, entre trágico y patético, que se desarrolló entre los días 27 y 30 de octubre del pasado año, cuando Puigdemont fue zarandeado por los acontecimientos y adoptó la peor decisión (no convocar elecciones) cohibido por el histerismo de Rovira, las medias palabras taimadas de Junqueras y la zafiedad tuitera de Rufián.
Luego, la proclamación independentista con la boca pequeña, la bandera española ondeante en el Palau de la Generalitat que nadie arrió y, por fin, el desconcierto y la huida del expresidente Puigdemont, de espaldas a buena parte de su Gobierno y, sobre todo, de su vicepresidente, Oriol Junqueras, recluido en su casa familiar a la espera de los acontecimientos que se produjeron como temía: detención, imputación, prisión y procesamiento. Juliana titula el prólogo con esta frase lapidaría: “Se les fue de las manos”, un juicio de valor que conecta con el ‘naufragio’ que describe Lola García en su relato.
La periodista catalana explica con detalle cómo se produjo hoy hace un año el asedio a la Consejería de Economía (páginas 159 y siguientes) y el resultado del registro policial, que fue muy comprometedor para algunos personajes de esta historia. Pero son del mayor interés otros capítulos, como el titulado “Presidente del Barça, no de Cataluña”, en el que se recogen los avatares del partido que disputó a puerta cerrada el equipo de la Ciudad Condal el 1-O, en plena turbulencia de la jornada del referéndum ilegal, subrayando el rol simbólico y efectivo de un club comprometido políticamente hasta más allá de lo razonable en una entidad con decenas de miles de socios de variada gama ideológica y emocional.
García da cuenta de una reunión en Madrid que, a toro pasado, no hará que nadie arquee las cejas pero que en su momento hubiese sido una noticia explosiva: la «reunión secreta» entre Mas y el expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos. Podría aportar algún dato de interés: la reunión se celebró no en un “convento de monjas” sino en una residencia para discapacitados atendida, en parte, por religiosas. Fue, efectivamente, en Madrid, y se produjo en junio de 2014 aprovechando que el entonces presidente de la Generalitat acudió a los actos de proclamación de Felipe VI y, como relata mi colega, acabó sin acuerdo ni resultado alguno. Pero añadiré que el expresidente del TC trató de que Mas apreciase el valor de la sentencia del alto tribunal que anuló en parte la primera declaración soberanista del Parlamento catalán. El órgano de garantías constitucionales sostuvo en su sentencia que Cataluña no es soberana pero que el ‘derecho a decidir’ podía plantearse por el procedimiento legal. Pérez de los Cobos comentaría después en círculos restringidos que encontró a Mas absolutamente cerrado y poseído por “un ego tremendo”.
Hasta aquí la reseña de una crónica periodística que reclamaba el proceso soberanista en el que ha abundado el ensayo, la interpretación, la defensa o la denigración, hasta el humor (todo ello también interesante), pero que requería de una especie de certificación que Lola García ha logrado anunciando desde el título de su libro (‘El naufragio’) el desenlace —de momento— del despropósito que está protagonizando, otra vez en su historia, el independentismo catalán.