Del desacato abierto al celo constitucional

ABC 24/07/13
EDITORIAL

Los partidos nacionalistas alimentan el proceso soberanista sobre la demonización de la sentencia de 2010 sobre el Estatuto

«El día que este país quiera ponerse en marcha, el Tribunal Constitucional no nos parará». En febrero de 2011, cuando el TC suspendió de manera cautelar la ley catalana de Consultas populares, la reacción nacionalista fue fulgurante, como recogen las palabras del entonces consejero de Interior Felip Puig. Eran los tiempos previos a la Diada de 2012, y aún no había empezado a avanzar la ola soberanista, pero ya estaba más que asentada la actitud de rechazo político y desacato hacia todo lo que emanase del TC.
Transcurridos dos años y medio de aquella providencia, la postura de los partidos nacionalistas y de la Generalitat hacia el Constitucional se ha acerado más si cabe, conscientes de que a corto y medio plazo, este tribunal va a convertirse en la pieza clave que puede embridar el proceso soberanista desde el ángulo jurídico. La intención de recusar a Pérez de los Cobos no puede interpretarse de otra manera.

Incumplir sentencias
Al respecto, el celo con el que el Gobierno y el Parlamento catalán dicen pretender la imparcialidad del TC contrasta con el desprecio hacia sus propias sentencias. El caso más claro es el relativo a la sentencia de 2010 sobre el Estatuto en respuesta al recurso presentado por el PP. La sentencia rebajó de manera sustancial la ambición del texto aprobado en referéndum, y sobre la demonización de dicha sentencia el catalanismo ha armado el discurso que está alimentando el proceso soberanista.
Tribunal politizado, ilegítimo, sentencia farsa… son algunos de los calificativos con los que se describe al TC y sus resoluciones en Cataluña, donde los partidos nacionalistas jalean el desacato. El ejemplo más flagrante es el relativo a la equiparación del castellano y el catalán en la escuela como lengua vehicular que fijó el TC en la sentencia del Estatut y luego ha desarrollado el Tribunal Supremo. Pese a la catarata de resoluciones, la Generalitat sigue incumpliendo la ley, y presumiendo de ello, empleando todo tipo de subterfugios cuando no a plena luz del día.
La derogación del euro por receta y la suspensión cautelar de la Declaración de Soberanía del Parlament son los últimos encontronazos entre la Generalitat y un TC al que el Ejectivo de Mas, más que a su presidente, querría recusar en su totalidad.