Me había mostrado yo escéptico sobre la posibilidad de que nuestros dos grandes partidos encontrasen una fórmula de entendimiento para que ambos pudiesen librarse de sus condicionantes a derecha e izquierda. Creía yo (hasta la semana pasada nada más) que esto era imposible con el PSOE, a ver si nos creemos que Sánchez es Gerhard Schroeder. Desde esta semana lo hace imposible también el PP. La única posibilidad de acordar un pacto de Gobierno es que incluya como único asunto la abolición de la presunción de inocencia, piedra angular de la Justicia en un sistema democrático. Eso, en España, ha dejado de existir. Se había adelantado el PSOE al negársela al Rey emérito. Pese al carpetazo que los fiscales han dado a su caso, la fiscal general del Estado no acaba de cerrarlo y lo tiene en el limbo.
Uno estaba ya hecho a que los partidos invirtiesen la carga de la prueba y negaran la inocencia a los adversarios, pongamos que hablo de Rita Barberá o Camps. Incluso las campañas socialistas contra Isabel Díaz Ayuso. Al sanchismo le sobran la oposición y la monarquía. Delenda est Monarquía parlamentaria. Pero no esperábamos que el PP desatara una campaña incriminatoria contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Basta ver las comparecencias de Ayuso junto a las de Teodoro para valorar el tema, la entrevista a Pablo Casado en la COPE con la rueda de prensa que protagonizaron ayer los consejeros de Sanidad y Hacienda de la Comunidad de Madrid y la declaración de Almeida comentado la palabrita del Niño Jesús de Ángel Carromero, de no haber espiado a Ayuso, tan en contra de los hechos, porque un par de horas después presentaba la dimisión. Delenda est democracia.
Los consejeros Ruiz Escudero y Fdez. Lasquetty estuvieron impecables explicando que el Gobierno de la Comunidad de Madrid no aprobó la compra, que eso lo hizo el Servicio Madrileño de Salud, mediante un procedimiento seguido rigurosamente, por lo que carece de sentido todo lo que se ha venido diciendo y escribiendo sobre que Ayuso le había dado un contrato a dedo a su hermano. A ver si lo entiende el par director de Génova: Manuel Chaves sí incurrió en 2009, cuando concedió graciosamente al frente de la Junta 10.1 millones de euros a la empresa MATSA que había contratado como apoderada a su hija Paula, violando el artículo 7.1 de la Ley de Incompatibilidades de Altos Cargos de la Junta de Andalucía. Le habría bastado con alegar una urgencia prostática para ausentarse durante la votación, pero por lo visto no le pareció necesario. Por otra parte, ¿quién le dio datos fiscales y bancarios a Casado? Aquí sí hay un delito de revelación de secretos, por lo menos.
Este chico, Pablo, no va a llegar. Comentaba yo el jueves Chez Federico que “hartos de dispararse al pie, los del PP han corregido el tiro al alza y se apuntan directamente a la entrepierna”. Alejo Vidal Quadras se inspiraba en el texto de Cipolla sobre la estupidez, que en su 3ª ley fundamental dice: “Una persona estúpida es la que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Es una definición que retrata puntillosamente a la cúpula del PP.