‘Derecho a decidir’, sin más, pero con Mas

VÍCTOR DE LA SERNA, EL MUNDO 28/09/13

· El presidente de la Generalitat ha conseguido que los socialistas catalanes firmen un documento con los nacionalistas a favor del «derecho a decidir»… no se sabe bien qué, porque no se habla en él de consulta, de referéndum ni de independencia. No por ello se aleja Mas de su vía hacia alguna forma de autodeterminación.

Ignacio Camacho, en ABC, señalaba la incoherencia democrática de Mas: «Raro concepto de la democracia es el que entiende las elecciones como una amenaza. Así parece deducirse de la última proclama de Artur Mas, que alude al horizonte electoral como una suerte de venganza si el Estado no le concede –que no se lo puede conceder ese referéndum de autodeterminación en el que ha cifrado la clave de su mandato. Alma de cántaro. Menudo ultimátum éste que toma por situación límite una elemental consecuencia política. Si fracasa tu proyecto estrella no tienes más que dos alternativas: o convocas elecciones o te vas a tu casa».

Hasta Joaquim Coll, en El Periódico, se mostraba cauto: «Y si no hay consulta, como parece más probable, ¿entonces qué? Elecciones anticipadas, pero ¿cuándo y para hacer qué? ¿Concurrirían juntas CDC y ERC con el propósito de declarar la independencia condicionada a un referendo ratificatorio?».

Pilar Rahola firmaba, significativamente, el principal artículo de opinión en La Vanguardia sobre el discurso de Mas, y lo hacía en tono triunfal, explicando que la Cataluña moderada ya es separatista: «Es el seny el que ha roto con España. Si añadimos la dureza de la relación financiera Cataluña-España, deudas y agravio fiscal incluidos, el seny multiplica su eficacia racional».

El País, en tiempos de Javier Pradera, publicaba unos editoriales conceptualmente discutibles, pero escritos en irreprochable castellano. Ahora su marcha hacia el caos ideológico va acompañada de una deriva estilística que dificulta todavía más la tarea del desconcertado lector. Así, su editorial posterior al debate soberanista en el Parlamento catalán entronizaba conceptos novedosos como el «unanimismo plural» –algo parecido al vacío lleno– y nos descubría otros como un supuesto «maximalismo centralista» que, asegura, se opone a las ansias de los separatistas. ¿Dónde anida ese maximalismo? Ni idea.

Claro, luego sacaba conclusiones igual de dudosas de tales elucubraciones, como «el principio del fin del reinado de los maximalismos y del monolitismo nacionalista». Así, cuando Mas le da una bofetada de aúpa a Duran, en El País ven lo que nadie más ve: «El presidente de la Generalitat, Artur Mas, asumió –aunque a contrapelo– la propuesta de su socio democristiano Josep Antoni Duran de que, en el eventual referéndum que propugna, se planteasen más de dos preguntas: la vía separatista, el mero continuismo y una tercera vía intermedia». ¡Oiga, que no, que de tercera vía, nada! En El País, impertérritos.

En La Razón no lo veían igual: «El desplante de Mas (…) fue otra prueba de que no busca el entendimiento, sino la confrontación, y de que no aspira al diálogo, sino a la imposición de los hechos consumados».

VÍCTOR DE LA SERNA, EL MUNDO 28/09/13