Ignacio Camacho-ABC
- El Gobierno tendrá mayoría en el Constitucional dentro de un año nombrando dos magistrados sin necesidad de pacto
Para entender mejor la negociación de Sánchez con los independentistas catalanes conviene recordar el dato de que la izquierda tendrá mayoría en el Tribunal Constitucional el próximo año. Y sin necesidad de pacto. En julio de 2022, los dos magistrados que corresponde nombrar al Gobierno -en este caso el de Rajoy- caducan su mandato y serán sustituidos por el mismo procedimiento de modo automático. Así que salvo que alguno de los jueces haga valer su autonomía de criterio jurídico, como Manuel Aragón en 2010, Sánchez dispondrá de vía libre para aplicar lo que su antecesor Zapatero llama ‘Derecho creativo’. Es decir, para interpretar la Carta Magna en el sentido que mejor le convenga e incluso modificarla de tapadillo con leyes habilitantes y otros métodos subrepticios. La doctrina de las togas manchadas con el polvo del camino abrirá paso a cualquier solución imaginativa para desbloquear el presunto ‘conflicto político’.
El referéndum de autodeterminación, que el presidente negó la semana pasada con tanto énfasis como falta de credibilidad, no será necesario. En primer lugar porque en efecto es imposible, y en segundo porque va a bastar con un sucedáneo. Una consulta no vinculante cuyo valor simbólico adquiera rango de compromiso de Estado y reconozca de facto al pueblo de Cataluña como sujeto soberano. Ésa es la idea que el Ejecutivo acaricia para proponer en la famosa Mesa, y que con alta probabilidad está ya más o menos hablada con Junqueras a falta de un tira y afloja impostado que dé apariencia de verosimilitud a su puesta en escena. Resta por saber qué entiende Sánchez por «decidir juntos», la frase que acaba de soltar en el Comité Federal para tranquilizar a los suyos. Si está pensando en una votación a escala nacional se -y nos- va a meter en un lío profundo, una aventura polarizadora de resultado más que inseguro. Sea lo que fuere, el TC no le va a poner reparos a sus experimentos de aprendiz de brujo. Y si se los pone será tan tarde que carecerán de resultado práctico alguno.
El guion oculto de este nuevo ‘procés’ de baja intensidad promete emociones fuertes porque todo su diseño (?) está cogido con alfileres, empezando porque depende de un separatismo cuya unidad interna es mucho menos consistente de lo que parece. Cabe formarse una noción del asunto a partir de las sucesivas declaraciones de Iceta, un zascandil profesional especializado en destilar ocurrencias al que en La Moncloa consideran una especie de ‘sherpa’. Si ése es el explorador encargado de guiar a los escaladores por la mejor senda no es difícil imaginarse el final de la peripecia. Pero hasta ahora, como demuestran los indultos, se están cumpliendo todas sus propuestas. Y si el plan no encuentra barreras capaces de frenar la ofensiva oblicua contra los principios constitucionales, no los van a reconocer, parafraseando a Guerra, ni sus propios padres.