La reivindicación de una amnistía expresa o encubierta -mediante la consigna de ‘Presos a casa’ o la más elocuente de ‘Sin amnistía no habrá paz’- nada tiene que ver con los derechos que asisten a los reclusos etarras sino que choca frontalmente con el ineludible cumplimiento de las condenas.
La multitudinaria manifestación que ayer reivindicó que los presos de ETA sean «dueños de todos sus derechos» por las calles de Bilbao demostró que tras la pretendida «unilateralidad» de las decisiones de la izquierda abertzale y tras su insistencia en que los pasos que dé ETA serán también «unilaterales» se oculta el deliberado propósito de comprometer a los poderes democráticos para que se avengan a desentenderse del Estado de Derecho. Los presos encausados o condenados por actividades terroristas cuentan, como todos los demás, con las prerrogativas que la vigente legislación les concede. Es comprensible que sus familiares deseen tenerlos cerca y que ellos demanden ser aproximados a cárceles del País Vasco o cercanas. Pero la reivindicación de una amnistía expresa o encubierta -mediante la consigna de ‘Presos a casa’ o la más elocuente de ‘Sin amnistía no habrá paz’- nada tiene que ver con los derechos que asisten a los reclusos etarras sino que choca frontalmente con el ineludible cumplimiento de las condenas. La pretensión resulta además extremadamente cruel para las víctimas del terrorismo, que todavía no han recibido la noticia de que la banda terrorista desaparece, ni las muestras de arrepentimiento y las solicitudes de perdón correspondientes a la asunción de culpa. La comprensión que amplios sectores de la sociedad vasca pueden sentir hacia el acercamiento de los presos o hacia cambios en la política penitenciaria no puede generar un clima de exoneración de los delitos juzgados por los tribunales. Las demandas de ayer habrían tenido otra significación si los promotores de la marcha se hubieran dirigido a ETA para exigirle el abandono de la violencia de una vez y para siempre. Pero no solo soslayaron tal llamamiento, sino que brindaron a la banda terrorista la oportunidad de que sus seguidores sigan pensando en los presos como un problema que tiene el Estado. Cuando en realidad ETA y la izquierda abertzale comenzarán de verdad a moverse el día en que desistan de dar por sentada la liberación políticamente acordada de los etarras condenados.
Editorial en EL CORREO, 9/1/2011