IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Justo cuando el presidente Sánchez lleva días convenciéndonos de que todo va bien, que España se encuentra en medio de una recuperación tan grande que asusta a los precios y cuando acaba de fulminar las enmiendas a la totalidad de sus Presupuestos presentadas por la oposición, viene Bruselas y, en plan aguafiestas, nos dice que el crecimiento será solo de un 4,6%, nada menos que 1,6 puntos menor que en su estimación del pasado mes de julio. Todos los que votaron ayer en contra de la candidatura de Enrique Arnaldo al Tribunal Constitucional han escrutado al milímetro su carrera profesional y sus andanzas personales. Está muy bien, pero ¿ha habido alguno entre los que votaron a favor de los Presupuestos que se haya parado a pensar un par de segundos en dónde quedan los cálculos de ingresos que los sostienen, a la vista de las nuevas previsiones? Pues eso no está bien. De hecho, no está nada bien. Les recuerdo que también ha bajado su estimación de crecimiento para 2022 y subido la del déficit.

En realidad, esta nueva previsión a la baja no es importante por lo que nos dice -es solo una más de las innumerables realizadas tras el mayúsculo error del INE-, sino por quién y cuándo lo dice. Seguro que se han enterado de que Bruselas es la mano que mece la hucha de las ayudas y sabrá que va a realizar severos controles trimestrales antes de aflojar su generosidad. Pues este dato habrá aumentado su preocupación y disminuido su confianza en que seamos capaces de cumplir con los compromisos pactados. Esos de los que no sabíamos nada, como la nueva base de cálculo de las pensiones. Un cálculo que, al contemplar toda la vida laboral y dado que, salvo excepciones, ganamos menos al principio que al final de la misma, va a suponer una disminución de la pensión a recibir. No se hagan ilusiones, no duden de que será así, es precisamente para eso para lo que se cambia el cómputo.

Así que mientras los empresarios se quejan de las subidas de las cotizaciones y los sindicatos braman contra la bajada de las pensiones, los transportistas plantean una huelga en Navidad, los precios se disparan, como la energía, los márgenes industriales se comprimen y la recuperación se muestra débil.

¿Qué nos dirá Pedro Sánchez el día que, de verdad, todo vaya bien? Los sindicatos tachan de «incomprensible la oscilación constante de mensajes y posiciones del Gobierno sobre cuestiones tan sensibles» y anuncian que no consentirán bajadas en las pensiones, a la vez que emplazan al Ejecutivo a cumplir lo pactado. Es una buena sugerencia, pero ¿por qué suponen que el olmo da peras?