¡Qué gran error de Zapatero, la reforma del mapa autonómico! También ha excitado el celo reivindicativo de una CiU que ya no volverá al pragmatismo. Van a ser tiempos de inestabilidad política; la peor noticia que podía acompañar a la crisis económica. ¡Y pensar que hace 15 años uno suspiraba por que Maragall pusiera punto final al Pujolato!
Artur Mas cuenta en estas páginas algo que ya sorprendió durante el Debate del estado de la Nación en el moderado Duran Lleida: el nacionalismo catalán se está echando al monte. No le vale el ofrecimiento presidencial de arreglar lo que Mas considera una humillación: «A Cataluña le han tocado todos los órganos vitales: la nación, la lengua, los derechos históricos, las competencias, la relación bilateral, parte de la financiación o las inversiones obligatorias del Estado».
Es un agravio total. Les han tocado los perendengues y los socialistas insisten en el criterio cuantitativo del ministro de Justicia: sí, pero sólo un 5%. Zapatero no impresionó a Duran con su alarde de sensibilidad lingüística en el debate sobre el estado de la cuestión: «Porque [los socialistas] la sentimos [la lengua catalana] como una lengua propia, como una lengua de todos. Así es como la sentimos y como yo siento el catalán y todas las lenguas que existen». Un pentecostés de 6.000 lenguas propias ofrece una gran variedad de posibilidades expresivas, pero la sobreabundancia puede suponer un problema para la fijación de los conceptos. «Everyday, bonsáis», que dijo Zapatero a unos atónitos Schroeder y Chirac en una de las lenguas propias que mejor siente.
El 33% de los catalanes considera en la encuesta de ayer de La Vanguardia que su principal problema es el autogobierno, la segunda de sus preocupaciones tras el paro. Por primera vez más de la mitad se declara partidario de la independencia. La encuesta realizada por el mismo diario el 24 de julio de 2005, consideraba que la reforma del Estatuto era el séptimo problema de los catalanes, con un 14%, precedido por: la inmigración, la vivienda, el paro, el terrorismo y la inseguridad, la sanidad y la corrupción. Es curioso que la corrupción, tras destaparse el segundo mayor pillaje de dinero público en España, el caso Pretoria, haya retrocedido hasta el noveno puesto con un porcentaje de -naturalmente- el tres per cent. «Vostés tenen un problema i aquest problema es diu tres per cent», que dijo Maragall el 24 de febrero de 2005. Mas exigió la retirada de aquellas palabras o habrían acabado el Estatut y la legislatura.
Maragall reculó, claro. Dos veces estuvo a punto de encallar el nuevo Estatut, a finales de 2005 y en enero de 2006, y dos veces acudió al rescate Zapatero antes del referéndum. No hay dos sin tres. Ahora se apresta a salvarlo de la sentencia del TC, desoyendo el consejo de Bono, que es un águila en los negocios y, a fuer de tal, un hombre práctico: «Hay que ganarles en votos, no en nacionalismo».
¡Qué gran error de Zapatero, la reforma del mapa autonómico! Con un problema adicional: ha excitado el celo reivindicativo de una CiU que ya no volverá al pragmatismo de antaño. Van a ser tiempos de inestabilidad política y ésa es la peor noticia que podía acompañar a la crisis económica. Y pensar que hace 15 ó 20 años uno suspiraba por que Maragall pusiera punto final al Pujolato. En Obiols nunca tuve esperanza, me parecía un soso. Artur Mas será un intelectual de base, pero va a acabar con ese monumento tripartito a la incompetencia que encabeza ‘Pep’ Montilla. Es lógico que así sea y se lo han ganado a pulso.
Santiago González, EL MUNDO, 19/7/2010