Detrás de las palmaditas

EL CORREO 12/03/14
TONIA ETXARRI

Diez años después de la matanza de Madrid, en la que las víctimas de aquel terrorismo han sufrido tanta incomprensión maquillada de abrazos, tanta frialdad camuflada de ofrendas florales, y se han sentido el blanco de las disputas entre los partidos, ayer destacaban la unidad de los actos de homenaje y pedían apoyo. Qué poca cosa reclamaban. A las víctimas, que por haber enterrado a los suyos en esas circunstancias ya no tienen nada que perder, sólo les queda defender su dignidad y su memoria. De ahí que ayer, en el décimo aniversario de aquel 11-M que arrojó el saldo de 192 muertos, se sintieran razonablemente reconfortadas al ver que este país tan ‘cainita’ aparcaba sus diferencias políticas por un rato, para acompañarlas en el dolor.

Pero sólo un rato. Porque, detrás de los Reyes, el Gobierno y los parlamentarios, la España en blanco y negro seguía soportando a los dos bandos. Entre bambalinas y en las redes sociales. A pesar de que algunos protagonistas de relumbrón de la época como José Luis Rodríguez Zapatero han ido matizando los colores del retablo. Pero detrás de los llamamientos a la unidad persisten los bajos instintos del olvido de la desgracia provocada por unos fanáticos yihadistas para recrearse en quiénes fueron los más beneficiados o los más perjudicados, políticamente, de semejante barbarie.

¿Quién se equivocó? ¿Quién engañó? ¿Quién utilizó a los ciudadanos para agitar en la calle en horas de reflexión electoral? Cuánto veneno ideológico corrió por el país aquellos días, como llegó a denunciar el escritor Antonio Muñoz Molina. El mismo veneno que enfrenta ahora, en una disputa más contenida, a quienes consideran el «caso cerrado» y quienes se muestran persuadidos de que el 11-M es un caso en el que la Justicia no llegó a identificar a los inductores del delito.

Este «asunto que ha dividido el país», según el juez Gómez Bermúdez, sigue provocando división. Diez años después van saliendo datos, estudios y conclusiones sobre la verdadera excusa de la matanza. Nada que ver con la guerra de Irak. Los atentados se planificaron mucho antes. Lo sostiene el experto Fernando Reinares. ¿Tuvo que ver el 11-M con la guerra de Irak? «No se puede establecer una relación directa», sostiene ahora Zapatero. ¿Hubo una voluntad inicial (de Aznar) de engañar? «Yo diría que no», dice ahora Zapatero. Pero sacó a Rubalcaba a hablar de la «mentira» de aquel Gobierno del PP.

De aquellos abusos permanece un enfrentamiento político que no se merecen las víctimas. En este país los mismos que piden respeto para Pilar Manjón no se lo tienen a Ángeles Pedraza. Esta verdad parece no tener remedio. Ayer, en las redes sociales los ‘fans’ socialistas se quejaban de que Zapatero no hubiera sido invitado a los actos de homenaje. La realidad era que no habían sido invitados ninguno de los dos expresidentes. Ni Zapatero ni Aznar. Estuvieron todos los demás. Lágrimas, abrazos y minutos de silencio. Pero si volviera a ocurrir una desgracia similar, el enfrentamiento político volvería a ser muy parecido. Y las víctimas, después de las palmaditas, volverían a sentirse solas. No se lo merecen.