ABC – 07/07/16
· La investigación de Sir John Chilcot revela que el expremier británico y Aznar pactaron un plan para mostrar que intentaban evitar la guerra.
Tras siete años de larguísima espera, ayer vio la luz la investigación oficial británica sobre la guerra de Irak de 2003, el Informe Chilcot, cuyo volumen triplica el de la Biblia. El documento resulta devastador para Tony Blair. No llega a decir que la guerra fue ilegal, pero lo acusa de basarse en pruebas falsas, equipar mal a los soldados y descuidar la posguerra. También revela que Blair estaba dispuesto a seguir a Bush a toda costa: «Estaré contigo pase lo que pase», le dijo ocho meses antes de la invasión. El ex primer ministro replica que actuó «de buena fe» y asegura que volvería a hacerlo, aunque expresa «pena, arrepentimiento y disculpas» por los errores de la operación.
El Informe Chilcot tiene dos millones de palabras en doce tomos
En 2009, el «premier» laborista Gordon Brown encargó un informe sobre la participación en la invasión de Irak en marzo de 2003, decisión de su predecesor Blair, tomada con el voto en contra del Partido Conservador y 139 diputados laboristas. La investigación recayó en sir John Chilcot, diplomático y alto funcionario, hoy de 77 años. Concluyó su trabajo en 2011, pero la publicación se había ido demorando, por temor a dañar las relaciones británico-estadounidenses.
En sus más de dos millones de palabras, el informe cita 24 veces a José María Aznar, aliado en la guerra de Bush y Blair, como simbolizó la comentadísima foto de las Azores. Basándose en el acta levantada por el equipo de Blair, Chilcot recoge una reunión en Madrid entre el presidente español y el primer ministro británico, el 27 y 28 de marzo de 2003. Cuando faltan tan solo tres semanas para el comienzo de la invasión, y preocupados por la ola de opinión pública contraria a la guerra, ambos acuerdan establecer una estrategia de comunicación que transmita al público la sensación de que han hecho todo lo posible por evitar la conflagración.
En otro pasaje del informe, uno de los funcionarios británicos que declararon ante Chilton cuenta que a Aznar y Blair los unía un afán de reforma económica de la UE, que irritaba al presidente francés Chirac, una de cuyas muletillas conversacionales era que «tú puedes volar sobre España y ver todas las líneas de ferrocarril que Francia y Alemania han pagado para no ir a ningún sitio». «Así que –concluye el testigo– había una especie de eje británico-español, promocionando una visión económica de la UE que no congeniaba con la de Chirac».
En su informe, Chilcot viene a ratificar lo que todo el mundo daba por sentado: la guerra no era el único recurso en 2003, Sadam no suponía una amenaza inminente y las pruebas de los servicios de inteligencia carecían de fiabilidad y no fueron revisadas.
Blair valoró la investigación en una rueda de prensa, seguramente uno de los tragos más amargos de su triunfal carrera política. Pidió disculpas por los errores de inteligencia, pero volvió a justificar el derrocamiento de Sadam: «El mundo sería hoy un lugar menos seguro». En un gesto hacia a las familias de los 179 soldados británicos muertos, añadió: «Me arrepiento más de lo que puedan imaginar». La guerra comenzó el 20 de marzo de 2003 y se proclamó la victoria el 1 de mayo de 2003. Pero el 28 de julio de 2002, ocho meses antes, Blair ya dijo a Bush su comprometedor «estaré contigo pase lo que pase». El informe concluye demandando al Gobierno británico que no vuelva a acudir a una guerra «sin las adecuadas consideraciones previas».
La reacción de las familias
Cameron ha reaccionado diciendo que «hay lecciones para aprender» y ha convocado dos días de debate la semana próxima en el Parlamento. Jeremy Corbyn, en aquellos días el presidente de «Stop the War», considera que «fue un acto de agresión basado en pretextos falsos» y que ha fomentado el terrorismo. Los familiares de los caídos no descartan acciones legales contra Blair, para que sea juzgado por crímenes de guerra. Algunos han tenido palabras de extrema dureza: «El mayor terrorista es Blair». Demoledor, Chilcot va desnudando el terrible fiasco de Irak. La acción bélica «no era en 2003 el único recurso» y «no había una amenaza inminente de Sadam».
La acción en Irak se basó «en informes de inteligencia defectuosos». Además, los argumentos jurídicos para dar validez legal a la guerra «estaban lejos de ser satisfactorios» y no fueron discutidos por el Gobierno. Frente a tan duro examen, Blair recurrió al viejo «pónganse en mis zapatos».
ABC – 07/07/16