ABC-LUIS VENTOSO

Observas esta realidad y piensas que has engullido un tripi en el desayuno

CON la edad, las personas vamos perdiendo nuestro caudal de paciencia y nos volvemos más refunfuñonas e irascibles. «El descubrimiento más consistente que he hecho tras cumplir 65 años es que no puedo perder tiempo en hacer cosas que en realidad no quiero hacer», proclamaba el esteta Jep Gambardella en la evocadora película «La Gran Belleza». Es un modo elegante de decir que a determinada edad uno ya no está para gilipolleces. Últimamente, algunos días me sobreviene una extraña sensación de irrealidad. Es como si súbitamente me hubiese transmutado en un abuelo Cebolleta, que no entiende el tiempo presente y se dedica a protestar en el vacío, aferrado a los estertores de una lógica en vías de extinción. Se consideran normales, y hasta encomiables, planteamientos manifiestamente absurdos. Ciertas estampas semejan una alucinación, como si alguien te hubiese echado un tripi en el cafelín del desayuno. ¿Qué hace el mundo adorando como profeta a una chavalita de 16 años de apariencia espectral, acosada por las multitudes y con evidentes problemas de salud? ¿Quiénes son los despiadados padres de esa niña, que la graban a lo lejos todo el tiempo con el móvil, pero no la confortan con la proximidad de su cariño? O algo más prosaico: ¿Por qué tenemos que costear con nuestros impuestos ese enorme despliegue de seguridad para proteger a una persona particular? ¿Por qué damos más crédito al hecho pintoresco de la niña airada que a los trabajos rigurosos de los científicos que investigan el problema?

Ayer hubo más estampas lisérgicas. ERC inició el día del 41 aniversario de la Constitución subiendo a Twitter una foto del Rey Juan Carlos y Franco vestidos de militares y bajo el siguiente titular: «Tumbemos el régimen del 78». Es decir, se muestran a las claras como un partido de entraña golpista, que aspira a liquidar nuestras libertades y derechos constitucionales. En paralelo, Torrent, presidente del Parlament y miembro de ERC, despreciaba la Constitución tachándola de «corsé de hierro» que oprime a los catalanes (como si todos fuesen de su logia). Marta Vilalta, diputada de ERC, daba un aviso: en la mesa de negociación con el PSOE deberá hablarse «de todo», incluido «el derecho a la autodeterminación», que no cabe en nuestra Carta Magna ni en la de ningún país, y de la «amnistía» a Junqueras y los otros condenados por sedición.

Pues bien, a la misma hora, en el acto solemne que honraba a la Constitución en el Congreso, un Sánchez encantado de la vida anunciaba en un corrillo que el martes acudirán a Barcelona a negociar con ERC, enemigos manifiestos de España. Además, aseguró que el diálogo estará dentro del marco constitucional, un choteo, toda vez que la condición inexcusable fijada por los separatistas no cabe en nuestra legalidad

Pero los raros, carcas y flipados somos sin duda los discrepantes; y lo razonable, moderno y súper progresista es lo de Sánchez: decir una cosa y su contraria sin despeinarse, tratar de engañar a todo el mundo todo el tiempo y vender burras por doquier con tal de seguir desayunando un día más en La Moncloa.