La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, hizo ayer oficial lo que todo el mundo daba por hecho desde hace tiempo: será candidata en las primarias del PSOE para liderar el partido en su peor momento y sacarlo de su crisis más grave en democracia. El equipo de la dirigente andaluza, que no ella, anunció ayer por la mañana a los periodistas que Díaz hará pública su candidatura dentro de dos semanas: el 26 de marzo en un gran acto ante los militantes en Madrid.
La pujanza de Pedro Sánchez, al que hace cinco meses todo el entorno de Díaz daba por muerto, ha cambiado los plazos de la presidenta. Su núcleo más próximo siempre defendió que los candidatos debían dar un paso al frente después de que el Comité Federal convoque las primarias. Finalmente, el entorno de Díaz confirmó oficialmente ayer que se presentará. Y lo hizo casi un mes antes del cónclave de abril que convocará el 39º Congreso Federal y que será, probablemente, el día 8.
En los últimos meses, los barones y numerosos dirigentes históricos que apoyan a Díaz han urgido a la presidenta a dar el paso de presentarse cuanto antes para evitar que su indefinición contraste con la potencia que Pedro Sánchez está demostrando con actos multitudinarios en toda España, ayer mismo en Cádiz. Mientras ella seguía deshojando la margarita, el ex secretario general y Patxi López recorrían el país presentando un proyecto para dirigir el partido que ella ni siquiera ha esbozado.
Susana Díaz sí mantiene lo que siempre ha defendido: el PSOE debe aclarar primero el qué, su proyecto político –que será presentado el 25 de marzo por el diputado vasco Eduardo Madina– para empezar después a hablar del quién: los candidatos a liderarlo.
Susana Díaz es la presidenta de la comunidad autónoma más poblada de España, la dirigente socialista con más poder orgánico e institucional y la que cuenta con un apabullante apoyo territorial. Con ella están sin tapujos cinco presidentes regionales socialistas: Javier Fernández (Asturias, también presidente de la Gestora del PSOE); Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha); Guillermo Fernández Vara (Extremadura); Ximo Puig (Comunidad Valenciana), y Javier Lambán (Aragón). Todos le irán mostrando su apoyo en las próximas semanas para apuntalar su candidatura. Además, Díaz cuenta con el respaldo de casi todo el partido en Andalucía –que concentra casi un 25% de la militancia–; de históricos como Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, así como con miles de alcaldes y decenas de secretarios provinciales y locales del partido en todas las provincias españolas.
En las últimas semanas, Susana Díaz ha hablado con centenares de secretarios locales del PSOE y alcaldes haciendo en España lo que lleva años llevando a cabo en Andalucía: forjar una red de contactos casi uno a uno para hacerse con las riendas del partido en el congreso de junio.
Su principal inconveniente, sin embargo, es que en el PSOE tienen derecho a voto casi 190.000 militantes que votarán en urna. Y la imagen de Díaz sufrió un fuerte deterioro el año pasado, sobre todo tras el bochornoso Comité Federal que derribó a Sánchez (el 1 de octubre) y tras la investidura de Mariano Rajoy gracias a la abstención del PSOE.
Díaz no podrá ser ya secretaria general del PSOE por aclamación, como siempre quiso. En 2014, renunció a enfrentarse a Eduardo Madina para no bajar al barro de unas primarias que entonces habría ganado, según aseguran todos. Pero ahora ya no le queda más remedio que dar un paso al frente. A ello se ha comprometido con más del 60% del poder orgánico del partido.
Como aseguran en varias de las federaciones que la apoyan, la presidenta no tenía ya más opción que presentarse a pesar de los riesgos que corre. Díaz tiene todo que perder –el PSOE-A, la Junta y su poder dentro de partido– frente a Sánchez y a Patxi López, que sólo arriesgan su triunfo en las primarias.
Susana Díaz ha hecho cuentas provincia por provincia y cree que le salen: su equipo y los que la apoyan aseguran que ganará con una diferencia considerable, a pesar de que Sánchez esté demostrando un gran poder de convocatoria.
El argumento principal de Díaz para pedir el voto a los militantes será presentarse como la única candidata capaz de salvar a un partido en riesgo de implosión. Sólo ella, aseguran sus fieles, es capaz de parar a Pedro Sánchez, el dirigente que puede destruir al PSOE, según denuncian.
Susana Díaz se presentará como la mejor solución para el PSOE en su momento más crítico, cuando todas las encuestas le sitúan tercero tras el PP y Podemos, y con hasta cuatro puntos menos de los resultados que consiguió Pedro Sánchez en las elecciones de junio de 2016.
Susana Díaz pretende hacer una campaña en positivo, no contra nadie, para que el PSOE vuelva a ser «un partido de mayorías» y «un proyecto ganador» que no se perfile en contraposición o en relación con otras fuerzas de izquierda, como Podemos, sino como un proyecto autónomo, progresista y de izquierdas capaz de ganar al PP. Como aseguró el 11 de marzo en un gran acto en Madrid, ella tiene «ganas, fuerza e ilusión» y le «encanta ganar».
En vísperas de su presentación, el 22 de marzo, Susana Díaz celebrará el segundo aniversario de su victoria en las urnas en Andalucía ante el PP y Podemos. Todo un ejemplo de lo que quiere hacer en España en las próximas elecciones generales.
El perfil de Susana Díaz tiene muchos puntos fuertes para liderar el partido. Pero también presenta aristas e inconvenientes que sus dos rivales, Sánchez y López, están tratando de resaltar. La presidenta regional quiere, por ejemplo, hacer compatible su puesto en la Junta de Andalucía, una región de más de ocho millones de habitantes, con la Secretaría General del PSOE. El portavoz de la Gestora y hombre de confianza de Díaz en Andalucía, Mario Jiménez, ya ha dicho que no ve ningún inconveniente para ello. El ex lehandakari Patxi López, sin embargo, recuerda siempre que para liderar el partido es necesario un secretario general a tiempo completo.
Algunos de los partidarios de Díaz reconocen también que la secretaria general de los socialistas andaluces pueden encontrarse ante un grave problema de movilización, sobre todo fuera de Andalucía.