El ‘pucherazo’ del 36

EL MUNDO 13/03/17
F. JIMÉNEZ LOSANTOS

SI ALGUNA vez me preguntan para qué sirve la prensa de papel –no porque la de internet no pueda hacer lo mismo, sino porque tiene hecho lo mejor que se puede hacer con un periódico– señalaré dos piezas de EL MUNDO: como periodismo de investigación, Los agujeros negros del 11-M, de Fernando Múgica en 2004; como pieza de divulgación histórica, la que ayer firmó en nuestro suplemento Crónica Javier Redondo acerca del libro de Espasa que se pone hoy a la venta y en el que, tras cinco años de concienzuda investigación, Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa han demostrado más allá de toda duda que la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 fue, en realidad, el más escandaloso pucherazo de nuestra asendereada historia.

Los 50 escaños, al menos, que robó el Frente Popular a los partidos de centroderecha les hubieran permitido volver a formar Gobierno, hubiera quedado desbaratada la siniestra campaña guerracivilista que reivindicaba el golpe de Estado del 34, protagonizado por el PSOE y ERC tras perder las elecciones del 33. Y, seguramente, no se hubiera producido, tras el robo electoral, la avalancha desde febrero de crímenes y atracos que culminó en el secuestro y asesinato del líder de la oposición Calvo Sotelo (el otro, Gil Robles, escapó porque no estaba en casa). Uno de los asesinos de Calvo Sotelo era escolta del organizador del golpe del 34, Indalecio Prieto, que en el exilio pidió perdón por ello. Sin el asesinato de Calvo Sotelo no se hubiera unido al alzamiento el gran indeciso, Franco. ¡Cuánto pudo haber cambiado todo sin el pucherazo del 36!

Sin él, la facción de Besteiro, apoyada en la legalidad, tal vez hubiera deshecho la bolchevización caballerista del PSOE. O no, pero habría sido posible. Lo que no es suposición sino constatación es que Tardío y Villa han hecho lo que en 37 años de franquismo y 39 de democracia nadie intentó. ¡Ni los nacionales! Juzgar por «auxilio a la rebelión» a los que, a veces, sólo la resistieron, era una injusticia y un disparate.

La Causa General debió investigar las elecciones para deslegitimar al Frente Popular, algo denunciado entonces y de lo que se habló siempre, pero que nadie estudió en serio nunca. Confieso que tenía al mayor de estos historiadores por sectario perdido. Acepte mi disculpa intelectual y mi agradecimiento como compatriota.