Mikel Buesa-LA RAZÓN
14-01-2022 | 00:30 H

 

  • El gobierno sólo consiguió gastarse el 45% de los fondos europeos presupuestados por las deficiencias de su gestión
Si a la economía española le fuera bien no necesitaría ninguna dieta milagro para reemprender su desarrollo. Pero hete aquí que esa premisa no se cumple. España ha sido el país europeo más dañado por la crisis-Covid y el que peores registros muestra en el año ulterior a ella, aunque el PIB y el empleo hayan aumentado en 2021 con respecto a los bajos niveles de 2020. La ministra Calviño ve en esto un gran signo de recuperación, aunque su agudeza analítica deja mucho que desear porque ese crecimiento tiene mucho de estatalización de la economía y ha derivado en una insólita caída de la productividad que constituirá una rémora para el futuro inmediato. Y como los asuntos económicos están hechos unos zorros, desde el gobierno se ha recurrido a una dieta milagro para tratar de engordarlos. De eso va el Plan de Transformación y Resiliencia que aparece en los presupuestos del año pasado y del actual.

En ese Plan todo se mide en centenares o en miles de millones de euros. El gobierno ha apostado, de momento, en llevarse de la UE un total de 70.000 porque no cuestan nada, aunque últimamente ya empieza a especular con pedir una cifra similar en forma de créditos –que sí tienen coste–. Con eso y las vacunas la dieta milagro está servida. Pero hete aquí que, por lo que el gobierno ha informado a los sindicatos, sabemos que el año pasado sólo consiguió gastarse el 45% de los fondos europeos presupuestados, básicamente, como ha mostrado un informe de la CEOE, por las deficiencias de su gestión. A ello se suma que el reparto de esos fondos tiene mucho de arbitrario y asoman en él criterios electoralistas. O sea, eso que algunos han llamado el capitalismo de amiguetes, que ahora habría que remitir al viejo concepto del capitalismo de Estado.

El problema de todo esto estriba en que, por esos derroteros, la inversión pública –imprescindible para apuntalar la economía– se queda muy corta, a un nivel real bastante parecido al que había en los años sesenta del siglo pasado. O sea, como cuando lo del franquismo. Claro que, entonces, la economía española era mucho más pequeña y aquello resultó suficiente.