Si Rajoy se deshace en elogios hacia la nueva política de firmeza de Zapatero contra ETA; si Esperanza Aguirre felicita explícitamente al presidente y al ministro del Interior por las últimas detenciones, no se puede calificar la actuación del PP de «indecente». El Gobierno ha rectificado en su política antiterrorista y el PP lo reconoce y se lo agradece.
S uele ocurrir en el ambiente político, cuando están en juego los intereses electorales, que la realidad no consigue disuadir los mensajes prefabricados de algunos partidos. Ha ocurrido, ahora, con tres dirigentes del PSOE, como José Blanco, Leire Pajín y el ministro Bermejo que, en contraposición a la actitud del ministro Rubalcaba, se empeñan en subrayar una actitud «destructiva» de la oposición del PP con la lucha antiterrorista que bien poco tiene que ver con lo que está pasando. Si Rajoy se deshace en elogios hacia la nueva política de firmeza de Zapatero contra los terroristas de ETA, si Esperanza Aguirre felicita explícitamente al presidente y al ministro del Interior por las últimas detenciones, no se puede calificar la actuación del PP de «indecente», como hizo la secretaria de Organización del PSOE, alegando que el principal partido de la oposición está «utilizando» la lucha antiterrorista para romper consensos.
Frío. Frío. Eso no es lo que está ocurriendo. Otra cosa es que no sea conveniente, para el cálculo electoral de José Blanco, que el PP no esté poniendo zancadillas al Gobierno en un «material sensible» como la lucha antiterrorista, pero esto es lo que hay en este momento. El Gobierno ha rectificado en su política antiterrorista y el PP lo reconoce y se lo agradece. De la misma forma que Trillo, desde el hemiciclo, mantiene una línea constante con el ministro Rubalcaba, y tan bien informado estaba que hasta no puso reparo alguno con el movimiento de acercamiento de presos de ETA a cárceles cercanas a Euskadi.
Una actitud que le valió una descalificación pública, por cierto, del popular vasco Antonio Basagoiti: si Trillo no lo hizo, él criticó el acercamiento de los presos porque, aunque se trata de ex activistas amortizados por su condición de expulsados, consideraba que la posibilidad de que alguien pudiese entender que se trataba de un guiño negociador para ETA, significaba una ofensa para las víctimas y, además, se trataba de una iniciativa inútil porque en casos anteriores (en la legislatura de Aznar, sin ir más lejos) no funcionó.
No es que el líder del PP vasco prefiera poner zancadillas al Gobierno en esta cuestión. Se trata de reclamar, como hicieron tantas veces los socialistas con sus responsables en Madrid en etapas anteriores, que se le tenga en cuenta. Algo tan sencillo como la existencia de una interlocución permanente. Que Basagoiti sabrá más de presos y ANV que su compañero Trillo, seguro. Y el toque de atención dado por Basagoiti fue tan eficaz que ahora no sólo le llama Trillo sino también el ministro del Interior. Dicho esto, el PP espera la disolución de los ayuntamientos donde gobierna ANV porque cree que, con la ley en la mano, si hay voluntad política, se podría hacer.
Rosa Diez también. No le basta con un compromiso para reformar la Ley de Bases del Régimen Local porque se tardaría meses en hacerse efectiva y, teniendo en cuenta que en marzo habrá elecciones en Euskadi, el paso del tiempo favorece a unos, pero perjudica a otros. Cuestión de cálculo electoral.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 17/12/2008