IGNACIO CAMACHO-ABC

  • Casi peor que la propia amnistía es la chatarra verbal, la propaganda de coartadas falsas con que intentan justificarla

Lo que más irrita de la amnistía ya no es tanto que la vayan a hacer como que intenten justificarla con las milongas de la convivencia, la pacificación, la generosidad y demás coartadas falsas. Que todavía crean que pueden convencer –léase engañar– a alguien con la chatarra de la propaganda. Porque ellos, el Gobierno y sus adláteres, saben que esa clase de trolas es puro neolenguaje, ‘bullshit’ político que ya no se cree nadie y menos que nadie sus propios votantes, convencidos como están de que hay que hacer lo que sea necesario, incluido el pago del rescate de un chantaje, porque la permanencia en el poder lo vale. Sería mucho más honesto afrontar la verdad que buscar justificaciones envileciendo palabras y conceptos respetables, habida cuenta de que de todos modos las elecciones han demostrado que los bandazos de Sánchez no le causan ningún (o muy poco) desgaste. Por una vez podría el presidente probar a ser sincero en vez de camuflarse bajo la edulcorada facundia de los retruécanos verbales.

Sería algo así como reconocer que los resultados, aunque mucho mejores de lo esperado, se han quedado algo cortos y que a la mayoría de investidura le faltan cinco votos. Que como Puigdemont tiene siete escaños es menester alquilar su apoyo pagando el precio que solicite a cambio de prestar socorro. Que sí, que hay que pasar el sonrojo de tragarse todo lo dicho y hacerle la pelota a un prófugo pero que arriesgarse a volver a las urnas es tentar la suerte de un modo peligroso. Que los simpatizantes de la izquierda –los de la derecha no cuentan– están de acuerdo en considerar mucho más importante la continuidad del Gobierno ‘de progreso’, el bien mayor, el objetivo supremo cuya consecución excusa el empleo de cualquier medio. Y que, hablando del Supremo propiamente dicho, va siendo tiempo de ajustarle las cuentas por derecho y demostrar a sus jueces fachas a quién deben acatamiento.

Esto no constituiría, evidentemente, un ejercicio muy ortodoxo de corrección política. Sin embargo todo el mundo lo entendería; si se trata de ser populistas, mejor quitarse la máscara y hablar con transparencia cristalina: soy el puto amo y voy a conceder la amnistía y lo que me pidan los separatistas en primer lugar porque lo necesito y en segundo porque quiero, porque puedo y porque no queda órgano de justicia ni institución con suficiente autonomía para impedírmela. El Rey carece de margen, la oposición no tiene fuerza, el Congreso lo manejo a través de la Mesa y de su presidenta, el Tribunal Constitucional funciona bajo mi estricta férula. Hasta soy capaz de lograr que a los condenados por los ERE les revoquen la sentencia y antes de Navidad estén fuera. Y ya veremos si más adelante no saco también a los presos de ETA. ¿No queríais la verdad? Pues como se me ponga en la cabeza y a poco que ‘Puchi’ ceda, igual todavía me veis inaugurar el Mundial de 2030…