Discursos descompensados

EL CORREO 17/06/13
TONIA ETXARRI

La débil defensa de los socialistas vascos sobre el Concierto no pone en peligro la negociación PNV-PSE

El dardo del socialista catalán Pere Navarro contra el Concierto y el Cupo vasco ha avivado las manifestaciones de descontento que a lo largo de los años han salpicado toda España, argumentando la existencia de un agravio comparativo para el resto de las comunidades autónomas. Cuando el Congreso de los Diputados aprobó, hace cuatro años, el blindaje del Concierto ante los tribunales ordinarios, el PSOE, para demostrar que estaban defendiendo «los intereses de Euskadi», recurrió al veterano Txiki Benegas en los discursos parlamentarios. Y los populares vascos escenificaron un distanciamiento de su partido para hacer lo propio. A excepción de UPyD y Ciutadans, los demás partidos políticos, aunque en el fondo pensaran todos estos años que los fueros vasco y navarro son un privilegio, no se atrevían a expresarlo oficialmente, sabedores de que el sistema de soberanía fiscal ha contado siempre con un consenso irreductible en las dos comunidades. Y de hecho, esa coincidencia de posiciones sigue produciéndose aunque ahora, en pleno debate del déficit de las comunidades autónomas, los partidos no nacionalistas se vean con dificultades para defender un sistema singular, pactado en la Transición.

Ni el Concierto vasco fue una baza atribuida al nacionalismo «contra España» (surgió en 1878 como concesión del presidente Cánovas del Castillo a quienes clamaban contra la ley de abolición foral de 1876 que tanto les perjudicaba); ni el foralismo es una invención nacionalista. Otra cosa muy distinta es que el PNV haya sabido capitalizar un patrimonio común gracias a la inexistencia de un discurso consistente en el centro derecha vasco. Tampoco los socialistas están presentando una argumentación sólida que demuestre al resto de España que nuestro sistema de recaudación no es insolidario. Y va cuajando la idea de que los ciudadanos vascos tienen su economía menos deficitaria porque disfrutan de un sistema de recaudación privilegiado. Porque no sólo las seis federaciones del PSOE están ya cuestionando abiertamente el sistema foral vasco y navarro sino que las quejas ante lo que se considera «un privilegio» están adquiriendo más calado en el debate de política general. Con más fuerza que la demostrada por los defensores del Concierto y el Cupo en Euskadi y Navarra. No basta con decir, como hizo Yolanda Barcina en su día, que «Rosa Díez no entiende nuestro Concierto» o como acaba de responder Patxi López: «Ni el Cupo ni el Concierto están en cuestión». Tampoco resuelve las dudas ajenas quien, como Pastor, le recomienda a su compañero catalán que atienda sus problemas dentro de casa. Zapatero (con perdón) a tus zapatos. Al PNV le parece insuficiente y endeble, y a todas luces lo es, la actitud a la defensiva que están manteniendo los socialistas vascos con la última grieta ,y no será la última, que acaba de provocar Pere Navarro en su estructura federalista. Pero la falta de un discurso estructurado sobre el modelo de país esta convirtiéndose en un problema endémico en el PSOE. «Desde que se fue Felipe (González), el patio esta muy revuelto y hay que ordenarlo», reconocen dirigentes socialistas indignados con la herencia «tan caótica» que les dejó Zapatero.

Este debate, sin embargo, y a pesar del emplazamiento del PNV a Patxi López para que defienda con más convencimiento el sistema del Concierto, no hace peligrar las negociaciones que mantienen los nacionalistas con el PSE para llegar a un acuerdo de estabilidad. Acuerdo que, al final, se llamará como ellos convengan, pero que si logran seguir avanzando en la reforma fiscal y en el entramado institucional, así como en la creación de empleo y mantenimiento de los servicios publicos, ambos se darán por satisfechos. Son los socialistas los que se apuntan el tanto, de momento, diciendo que el PNV va cambiando de posiciones. Y son los nacionalistas quienes dicen que el PSE tampoco pide cosas que no se estén haciendo ya. Es un juego de equilibrios ante sus respectivos electorados. Habrá que ver hasta donde llegan en la reforma de la Ley de Territorios Históricos que tanto desgarro produjo en su día al PNV hasta provocar la escisión de EA, cuando las diputaciones forales hicieron valer todo su poder.

Ahora la situación es distinta. Sobre todo porque el PNV tan sólo manda en una de las tres diputaciones. Pero se darán resistencias mientras cada uno se reubica. Los socialistas, que empezaron exigiendo que el Parlamento decida sobre política fiscal, y no las Juntas Generales como prevén la Constitución y el Estatuto, quizá tengan que conformarse con que la Cámara vasca, si no puede legislar en materia fiscal porque esa atribución la tienen los territorios históricos, al menos pueda «vincular» todos los acuerdos. Y el PNV, que va aprendiendo en estos meses a hacer de la necesidad virtud, asegura que la interconexión informática entre las diputaciones no va a suponer un problema político, «en cualquier caso, técnico». Ninguno de los dos apuesta por un pacto de legislatura. Pero si llegan a sellar un acuerdo en las cuatro áreas, todo será más fácil para Urkullu. Y el PSE, en la batalla sucesoria de Rubalcaba, podrá recolocarse como partido capaz de llegar a acuerdos, pero sin atarse las manos para reforzar su perfil socialdemócrata. El debate suscitado por los socialistas catalanes no pondrá en peligro estas negociaciones pero, indudablemente, la sombra del Concierto y el Cupo se proyectará sobre los encuentros. De forma directa y a través de titulares.