Ducha escocesa

LUIS VENTOSO, ABC  – 13/09/14

· Pueden tomar nota: la utopía se chamusca cuando llega la hora y no tienes ni divisa.

La campaña escocesa arroja lecciones ante la acometida del separatismo catalán. Yendo rápido: 1- La mejor concesión al nacionalismo es… ninguna. 2- El silencio frente al nacionalismo resulta fatal, porque es un adversario adicto a la propaganda, que emite las 24 horas. 3- La utopía nacionalista se chamusca cuando llega el momento de la verdad y descubres que no tendrás divisa, tus bancos desertarán, tu deuda se disparará y serás radicalmente más pobre.

El aparato político de Londres, lo que Salmond denomina con desprecio «la élite de Westminster», infravaloró la amenaza separatista. Cameron se apresuró a conceder un referéndum que pensaba que ganaría sin despeinarse, lo que le permitiría tapar la boca –por un tiempo– a la agotadora queja nacionalista. Primer error. Las consultas las carga el diablo, y si quienes las piden enfáticamente son los separatistas es por algo: su único sentido y aliciente es destruir el país existente para crear uno nuevo.

Cameron se jugó su nación a cara o cruz sin necesidad. Ahora se ve con el agua al cuello, pues resulta complicadísimo surfear ante la ola de propaganda sentimental patrocinada por el Gobierno nacionalista del SNP. Lo mismo ocurre en Cataluña. Con dinero público, desde el poder, se sufraga desde hace tres años una impresionante campaña de tintes goebbelianos, que promociona sin descanso la ruptura y el odio a España. La historia enseña que cada concesión al nacionalismo es solo abrir la puerta a una reclamación mayor. Si das la mano, te pedirán el brazo: la independencia. No quieren el derecho a opinar. Lo que quieren es romper la nación de todos.

Ya en campaña, Londres decidió mantener un perfil bajo en Escocia, no molestar (la estrategia Rajoy-Santamaría durante largo tiempo). Esta semana, tras recibir el domingo un síncope en las encuestas, todo cambió. Los tres líderes de Londres se remangaron, mitinearon en Escocia y Westminster movilizó a las grandes empresas británicas para que dijesen en voz alta la verdad: si llega la independencia, habrá fugas en masa y problemas insalvables, a menos que estés dispuesto a perder tu nivel de vida por un ideal más bien rancio y xenófobo. ¿Ha funcionado el contraataque? Aunque la bolsa de indecisos relativiza los sondeos, las encuestas detectan una súbita recuperación del «no» a la independencia. La amenaza de los bancos de huir del Xanadú de Salmond ha supuesto una ducha escocesa para la población, que ve el reverso lúgubre de la utopía.

Postales escocesas para La Moncloa: no se puede ceder, hay que aferrarse a la legalidad democrática; a la propaganda solo se la puede combatir con propaganda (España es rentable); el silencio es pernicioso; el bolsillo importa, y como ha hecho Cameron, hay que forzar a los grandes bancos y empresas radicados en Cataluña y que se lucran con España a que se retraten y digan la verdad a los catalanes.

La foto de la Diada impone. Pero la peor respuesta siempre será apearse de las propias convicciones, darles la razón en su aberrante teoría: que una pequeña Albania, fuera de Europa y sin euro, es algo mejor que formar parte de una nación solidaria, democrática y milenaria de 47 millones de vecinos.

LUIS VENTOSO, ABC  – 13/09/14