Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 14/12/11
La transversalidad se adueña del escenario político de Euskadi. El acuerdo entre diferentes, alentado positivamente por la ausencia de violencia, se impone con absoluta normalidad democrática ante la ausencia de mayorías. Y en este contexto es donde se han producido dos pactos de hondo calado político que sitúan al PNV como ese partido tan pragmático, capaz de exprimir a tal punto su centralidad que en la Diputación de Bizkaia elige de compañero de viaje al PP, mientras en la de Gipuzkoa lo hace con Bildu.
Con su doble gesto, el PNV se escuda en anteponer la responsabilidad propia de quien, como partido de gobierno, sabe de la importancia política y económica que representa la aprobación de unos presupuestos. Sin embargo, de paso, abre la puerta a una inmediata interpretación sobre el tipo de socio elegido en cada territorio. Y todo ello coincidiendo con el proceso de renovación interna que asegura la continuidad de Iñigo Urkullu como máximo dirigente, pero que no calma las tensiones en sus organizaciones territoriales más díscolas con el discurso oficial como son Gipuzkoa y Álava.
Así las cosas, no resulta aventurado admitir que este doble acuerdo con socios tan antagónicos ha causado perplejidad en cada una de las dos sensibilidades que conviven en el PNV. Como prueba más evidente, los nacionalistas alaveses se niegan a corresponder al PP con su voto favorable -incluso cuestionan la abstención- porque no acaban de digerir el acuerdo de sus compañeros de Bizkaia. Pero cuando se trata de marcar expresamente distancias con este pacto con los populares, ahí llega Joseba Egibar y en menos de dos semanas facilita la aprobación de los presupuestos a Bildu en Gipuzkoa tras asistir durante medio año a una sucesiva campaña de descalificaciones a la gestión de su antecesor, Markel Olano (PNV), sobre todo en materia económica.
Con su apoyo, el PNV da aire a la izquierda abertzale a bajo precio ante la mirada atónita del resto de la oposición. De hecho, los peneuvistas apenas obtienen un compromiso de ocho millones para inversiones y un descanso de seis meses en la decisión sobre el futuro de la incineradora. En cambio, Bildu, en su estreno democrático, exhibe su capacidad de llegar a acuerdos desde una posición minoritaria ya que saca adelante los presupuestos con el guiño de su primer adversario y espera un pacto en materia fiscal con los socialistas. ¿Egibar ha apoyado a Martin Garitano solo por responsabilidad compartida?
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 14/12/11