EL CORREO 30/03/14
· El líder del PNV en Gipuzkoa, incómodo con el acuerdo con el PSE, va por libre en el Parlamento y en la estrategia para recuperar las instituciones de su territorio
«El PSE no es fiable, a ningún efecto». La frase es de Joseba Egibar Artola (Andoain, 1959) y no hay que remontarse mucho tiempo atrás en las hemerotecas para encontrarla: pertenece a una entrevista publicada en ‘El Diario Vasco’ hace justo dos semanas y apenas tres después de que su partido, el PNV, escenificase con los socialistas un arranque pactado de la ponencia de autogobierno. El portavoz parlamentario jeltzale se refería precisamente al escaso recorrido que él ve a un acuerdo en ese terreno con la formación de Patxi López, que, lamentaba, «da por prescrito lo acordado en Loiola en 2006». Aquel pacto, negociado por el PNV, el PSE y la izquierda abertzale en plena tregua de ETA, reconocía la «identidad nacional del pueblo vasco» y el respeto de las instancias estatales a las decisiones que «libre y democráticamente» adopte sobre su futuro.
Ocho años después, con el adiós a las armas plenamente consolidado, una crisis económica galopante que no acaba de remitir y una última ponencia política aprobada en enero de 2012 que, bajo el título ‘Euskadi, nación europea’, recoge expresamente la apuesta por la «institucionalización» del derecho a decidir, el PNV mantiene sus habituales equilibrios. A un lado de la balanza, el «pragmatismo» al que esta misma semana ha apelado el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, para conciliar las posturas de los distintos grupos que se sientan en la ponencia y, al otro, el soberanismo clásico. Pero es Egibar quien, como siempre, se sitúa en la vanguardia del discurso más esencialista. Aunque eso le cueste en ocasiones verse corregido por la realidad y por la praxis política de Sabin Etxea.
Para entender el peso del burukide guipuzcoano en el PNV no hay que olvidar dos datos. En primer lugar, su dilatadísima trayectoria en el partido –instalado en primera línea desde mediados de los 80, está a punto de cumplir un cuarto de siglo de mandato al frente del GBB, sólo interrumpido durante cuatro años–. Y, al mismo nivel, hay que considerar su férreo control del ‘aparato’ guipuzcoano, que le ha permitido mantenerse a flote pese a la oposición de hasta dos sectores críticos. Esa fortaleza es, a su vez, clave para explicar que, pese a la indudable hegemonía en el PNV del sector que aupó a Urkullu –primero a la presidencia del EBB y después a la Lehendakaritza–, Egibar se mantenga como portavoz del grupo parlamentario y en el papel en el que más a gusto se siente, el de guardián de las esencias. Su permanencia como rostro de la labor jeltzale en el Legislativo desde 1998 se entiende por el pacto interno que le permitió situar a Bakartxo Tejeria como presidenta de la Cámara y garantizarse su continuidad a cambio de que las aguas jeltzales continúen bajando mansas y sin remolinos.
Está «en el ADN»
Y así sigue siendo. El partido continúa pacificado. Egibar propone y el EBB, del que forma parte como líder territorial, dispone, aunque no siempre en el mismo sentido. Por ejemplo, el portavoz parlamentario cruzó papeles con EH Bildu en los que se hablaba de la voluntad ciudadana como único «límite» democrático del debate soberanista. Al día siguiente, la ejec utiva acordó con la dirección socialista dar salida a la ponencia con un enunciado menos problemático, que se limita a abrir la puerta a la actualización del marco actual «desde el respeto a los procedimientos legales y con el máximo consenso». De hecho, se ha convertido en una especie de costumbre que el burukide de Andoain vaya siempre por delante y más bien por libre en su discurso. Sin mayores consecuencias. Por mucho que en Sabin Etxea reiteren que la defensa del derecho a decidir está «en el ADN» del partido y que su ejercicio es «la meta» a la que el PNV pretende llegar partiendo de una actualización pactada del texto estatutario –lo cual es rigurosamente cierto–, también lo es que, hasta que las urgencias electorales y la competencia feroz con Bildu han enfatizado el discurso más soberanista, Gobierno y PNV han preferido poner el acento en la salida de la crisis y en la consolidación de la paz. Y, en materia de autogobierno, han subrayado hasta ahora la importancia de que el nuevo pacto concite más apoyos que los que tuvo la Carta de Gernika y aúne al menos a una de las dos sensibilidades no nacionalistas.
Así lo dejó sentado el líder del PNV, Andoni Ortuzar, cuando registró la ponencia en la Cámara –con Egibar a su lado en la rueda de prensa como mero convidado de piedra– y así lo ha reiterado esta semana en un encendido intercambio verbal con el socialista Txarli Prieto. «Para que eso sea posible algunos tendrán que mantener la boca cerrada», ha dicho Ortuzar, que ha advertido también que, «cuando llegue el momento oportuno», el PNV planteará el reconocimiento del derecho a decidir en el foro parlamentario. «No podemos renunciar a la meta, que está fijada por el EBB, no por Egibar», insisten fuentes autorizadas del partido. Recuerdan que el concepto, ahora avalado por el Constitucional como legítima aspiración política siempre que se ajuste a los cauces tasados para la reforma de la Carta Magna, forma parte del abundante corpus doctrinal jeltzale.
«Sin vetos»
El PNV no contempla en absoluto acordar el nuevo estatus sólo con la izquierda abertzale, un camino que sabe condenado al fracaso. Pese a ser muy consciente de ello, Egibar ha advertido a los socialistas esta misma semana de que su partido no admitirá «vetos de nadie» y que, «a falta de consensos plenos, buenas son las mayorías democráticas». Ayer, para añadir más leña al fuego, afirmó en Radio Euskadi que el modelo de relación del País Vasco con el resto del Estado debe ser «el de libre asociación», una fórmula que ya defendía Juan José Ibarretxe.
Unas declaraciones, en principio, sin mayor trascendencia práctica, aunque sirvan para enrarecer el ambiente. También amagó con no volver a debatir en el pleno del Parlamento sobre pacificación – «se acabó el recreo», espetó en una tertulia radiofónica– si no se reactivaba la ponencia correspondiente e, incluso, informó a los representantes de PSE y PP de su intención de volver a ponerla en marcha aunque fuera sólo con EH Bildu. A día de hoy, la ponencia de paz sigue paralizada e inactiva y el pleno debate con normalidad cualquier iniciativa. No en vano, la portavocía que ostenta le concede un especial ascendiente pero no equivale a tener mando en plaza en el grupo parlamentario, que se rige por el mismo equilibrio de fuerzas que el resto del partido: de los 27 parlamentarios jeltzales justo un tercio son guipuzcoanos. En el grupo, además, tiene un especial peso el vizcaíno y miembro de la Mesa Iñigo Iturrate, de la máxima confianza de Ortuzar y del ‘aparato’.
El ‘sueño’ de la unidad nacionalista es recurrente en el mensaje de Egibar; a él apelaba en la mencionada entrevista al subrayar que la desaparición definitiva de ETA abrirá espacio «a la configuración de mayorías abertzales» y achatará la cuota electoral de PSE y PP. No obstante, el PNV confía en «poder seguir caminando de la mano» con el PSE, con quien, además de acordar los ritmos y los tiempos de la ponencia de autogobierno, mantiene un acuerdo global de estabilidad que garantiza un mandato relativamente tranquilo al lehendakari Urkullu hasta el final de la legislatura. De hecho, pese a que el líder guipuzcoano no esconde su incomodidad con esa entente, en el par tido no se descar ta que se aproveche de ella para tratar de recuperar la Diputación guipuzcoana tras las elecciones de 2015.
«Ése y no otro es su principal objetivo. Aspira por encima de todo a ganar a Bildu», apuntan otras fuentes consultadas, en referencia al traumático retroceso electoral de 2011 que dejó al PNV con tan sólo cuatro alcaldías en el territorio. Eso sí, como en todo lo demás, Egibar planta batalla a su manera y no renuncia a jugar en el área soberanista también de cara a unos comicios mucho más pegados al terreno como los municipales y forales, una estrategia de cuya efectividad recelan otros dirigentes jeltzales.
También en eso, Joseba Egibar va a su aire. Pese a que en 2011 su apuesta por la unidad abertzale con la iniciativa ‘Batu Gaitezen’ (Unámonos) le reportó magros resultados en las urnas, ahora incide en la gestión con ‘Prest’ (Dispuestos), pero sin olvidar un apartado específico para defender el derecho a decidir. Las urnas dirán si con acierto o no.