Ejemplaridades

JON JUARISTI, ABC 03/03/13

· El último libro de Javier Gomá culmina su propuesta filosófica con una arriesgada teoría de la esperanza.

« Necesario pero imposible» (Taurus, 2013), el último libro de Javier Gomá, es un gran ensayo filosófico y un ejercicio literario deslumbrante. Como filosofía, aborda una tarea difícil: pensar sobre la esperanza desde la razón secular, sin concesiones intelectuales a la fe. Dos nombres vienen inmediatamente a la memoria cuando se encuentra uno ante un proyecto semejante, los de Miguel de Unamuno y Emmanuel Lévinas. Ambos pensadores, en el contexto filosófico del siglo pasado, que para Unamuno fue el de un positivismo que ya declinaba y para Lévinas el de la fenomenología (con el materialismo histórico al fondo de la escena en los dos casos) trataron de encontrar sendas fundamentaciones racionales a la necesidad individual de trascender la finitud, lo que los llevó inevitablemente a indagar en la idea de Dios. Pero lo hicieron dentro de dos tradiciones religiosas distintas.

En la cristiana, Unamuno, y Lévinas en la judía, con resultados asimismo diferentes. Una tercera figura se movió entre ambos territorios: Antonio Machado, o mejor, su apócrifo Abel Martín, cuyo Dios se parece más al de Lévinas que al de Unamuno, a pesar de que Machado hubiera tomado a este último por maestro.

La exigencia de secularidad es mucho más radical en el tratado de la inmortalidad que ha escrito Gomá que en el «Tratado del amor de Dios» unamuniano. En cierto modo, la eliminación del recurso a la fe en la especulación filosófica parece simplificar un problema que para Unamuno se convirtió en aporía (la, a su juicio, insuperable contradicción entre razón y fe). En términos generales, Gomá es más optimista. Piensa que la resurrección de Jesús de Galilea puede ser racionalmente admisible a partir de la ejemplaridad extrema de su persona histórica (una superejemplaridad que para Gomá es sinónimo de perfección, en el sentido evangélico, o de santidad), y ello, aún contando con el descrédito posmoderno de las religiones cósmicas y el correlativo eclipse de un Dios creador y providente.

Paradójicamente, esta circunstancia le permite ser aún más optimista que aquellos modernistas contemporáneos de Unamuno que creían posible armonizar la fe católica con la ciencia de su época. Javier Gomá plantea su justificación filosófica de la esperanza en un marco epistemológico que no concede ya a las ciencias de la naturaleza la infalibilidad que les asignó el positivismo y que las hacía incompatibles, según pensaba Unamuno, con la idea de un Dios omnipotente. Por otra parte, postula la ejemplaridad superior de Jesús de Galilea a partir de un abundantísimo repertorio de fuentes históricas y cristológicas, en su mayoría cristianas. Quizá el empeño en evitar que su argumentación roce lo religioso sea el motivo de que no aparezca entre las mismas el último Papa, que ha sido —en su encíclica Spe salvi— uno de los más denodados defensores de la racionalidad de la esperanza cristiana.

El libro de Gomá va a convertirse, aunque no sea tal la intención del autor, en la principal aportación española a lo que se ha dado en llamar, sobre todo en los países anglosajones, «la controversia sobre Dios», un debate que ha producido en los últimos años abundantes títulos. A mi juicio, su aspecto más discutible reside en suponer la universalidad de la forma cristiana de la esperanza, algo que parece evidente para los cristianos, pero que no lo es para los demás. Como ha observado al respecto Jean-Claude Milner, aún aceptando que la forma cristiana «es la más elegante», su universalidad pasa necesariamente por la fe en la resurrección de Cristo, un imposible ( adynaton) para la filosofía como saber independiente de la religión, como ya lo supo Pablo de Tarso.

JON JUARISTI, ABC 03/03/13