Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 7/3/12
En Euskadi, el fútbol se ha apoderado del debate social. En una semana política concebida para conocer el plan del lehendakari, Patxi López, sobre la hoja de ruta vasca para el final de ETA, los vizcaínos sólo hablan de Manchester y los guipuzcoanos, de las heridas que les ha dejado el último derbi de San Mamés; en este caso, los alaveses contemplan la escena. Sin duda, se trata de una incómoda coincidencia porque es indudable que la proyección mediática del debate del jueves en el Parlamento puede verse seriamente minimizado por el impacto popular que representa, además del partido europeo, la presencia de miles de seguidores del Athletic en Old Trafford.
Patxi López también se juega mucho en el envite de la Cámara, aunque el resultado final no depende de sí mismo. Y es que corre el fundado riesgo de quedarse a mitad del camino porque, desagraciadamente, en Vitoria no se asistirá al segundo acto del acuerdo mayoritario en el Congreso. ¿El motivo? Aqui, en Euskadi, ya soplan los vientos electorales y es evidente que el PNV no va a poner en bandeja semejante iniciativa en la balanza del lehendakari. Además, Iñigo Urkullu tiene coartada: la hoja de ruta vasca carece del consenso alcanzado en Madrid. La dimensión unánimente aplaudida del acuerdo de Madrid resultará, por tanto, un espejismo, pero despejará algunas dudas significativas. De entrada, López se adentrará por un espacio propio en un debate crucial al que ha sido largamente requerido y que entre tacticismos y dudas no se había incorporado con la firmeza suficiente que le confiere su condición de lehendakari. De paso, exhibirá el margen de maniobra del que dispone con respecto a su socio vigilante, el PP, en el mensaje hacia las reivindicaciones abertzales. Enfrente, la imposibilidad, al final siempre incómoda, de llegar a un acuerdo táctico con el PNV, el partido más importante de la Cámara.
Así las cosas, y ante un previsible desencuentro, podría tomar cuerpo la sensación de que un partido de esta trascendencia solo se puede disputar en Madrid porque allí sí que están todos los jugadores implicados. De esa manera indirecta se daría un golpe seco inmediato a la vigencia de la actual legislatura en Euskadi ya que exigiría lógicamente abrir los escaños a una nueva realidad que encarnan quienes han dejado ya de convivir con la violencia para reconocer la vigencia de la política y de las instituciones como fórmula democrática. Por tanto, ante un previsible fiasco del debate de Vitoria, donde la falta de acuerdo acabe por envolver las conclusiones, quizá la distracción popular de Manchester aminore la decepción política.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 7/3/12