EL 20-N, elecciones generales

EL DIARIO VASCO, 30/7/2011

Años y años repitió José Luis Rodríguez Zapatero que una de las mejores cosas que hizo José María Aznar fue agotar sus mandatos y que seguiría su ejemplo, pero la realidad ha terminado por arrollarle también a la hora de tomar esta decisión; la única que, junto a la formación del Gobierno, era de su competencia exclusiva.
El jefe del Ejecutivo anunció hoy lo que ya se había convertido en un rumor persistente, pese a sus silencios y pese al afán de su entorno por no levantar la liebre y apuntar hacia mes de marzo como fecha probable para los comicios: las generales serán en noviembre, en concreto, el día 20.
La legislatura no da más de sí. «Viendo las informaciones de los medios de comunicación e incluso los pronunciamientos de otros grupos, era lo razonable y lo natural por muchos motivos» admitió desde el atril de La Moncloa, tras el último Consejo de Ministros ordinario del verano. Sin embargo, él no siempre lo vio de esa manera.
La posibilidad de un adelanto llevaba ya un tiempo instalada en los ambientes socialistas. El varapalo recibido en las municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo obligó al PSOE a pensar y repensar cuál sería la estrategia más acertada para evitar condenar al centenario partido a un castigo similar en generales.Extrapolados los datos, los socialistas quedarían con tan sólo 120 diputados; un resultado histórico que probablemente le impediría levantar cabeza durante mucho tiempo.
En el entorno de Alfredo Pérez Rubalcaba, pronto empezó a verse como interesante el anticipo a noviembre. Pero convencer a Zapatero llevó su tiempo. Según relató él mismo, tenía asimilada la renuncia a aguantar hasta marzo hacía ya varias semanas (no dijo cuántas) pero fue «una reflexión que se fue consolidando poco a poco». Varios factores entraban en juego: desde luego, la situación económica, a la que el jefe del Ejecutivo aludió de manera directa, pero también, aunque él no lo reconociera abiertamente, la puesta a punto de la candidatura del PSOE.
Por fin, entendió que se daban las condiciones necesarias. No ocultó, en su comparecencia, que le hubiera gustado acabar la legislatura de otra manera. Pero trató de revestir la situación de dignidad. «Cuando se ha sido presidente del Gobierno durante siete años lo más importante es cumplir con el deber, pensar en el interés general; uno se queda satisfecho consigo mismo si piensa que con las decisiones que toma sirve mejor a su país», dijo.
En esta última frase, con la que implícitamente reconoció que su marcha se ha hecho ya necesaria, coincide con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, que llevaba ya más de un año reclamando elecciones.
Misión cumplida
¿Por qué ahora ha accedido al anticipo, aunque sea como dicen en el Gobierno y el PSOE un mero «anticipo técnico»? Zapatero ofreció una explicación prolija que se resume en dos ideas: el proceso de reformas estructurales al que se había comprometido ya está prácticamente terminado, al menos en lo que de él depende, y la fecha escogida dará, tiempo, en teoría, a que el futuro Gobierno esté listo para ponerse a los mandos del país el 1 de enero, con todo el ejercicio 2012 por delante.
Es cierto que la última de las grandes reformas impulsadas por el jefe del Ejecutivo bajo la vigilancia de la Unión Europea y los mercados, la de las pensiones (que eleva hasta los 67 años la edad de jubilación y amplía la base de cotización de quince a veinticinco) recibió la luz verde el jueves de la semana pasada.
Quedaría por tramitar como proyecto de ley el decreto de negociación colectiva, convalidado por el Parlamento el mes pasado pero, a efectos prácticos ya está en vigor. Lo que no está tan claro es que el cumplimiento de ese calendario reformista haya servido para apaciguar a los mercados ni que las elecciones vayan a poder celebrarse en un ambiente de estabilidad económica.
El hecho de que vayan a prorrogarse los Presupuestos de 2011 (no da tiempo a aprobar los de 2012 y con eso el PSOE se ahorra la elaboración de unas cuentas de nuevo restrictivas) no pareció inquietar al presidente. «El Gobierno entrante tendrá posibilidad de adecuar las necesidades que tenga la economía y el sector público a través de los instrumentos normativos que pose», dijo.
Pero lo que sí tuvo que reconocer es que «vamos a seguir con la tensión de los mercados».Zapatero defendió que no hay motivos para la angustia a pesar de que este viernes volvió a subir la prima de riesgo y la agencia de calificación Moody’s amenazó con bajar la nota de la solvencia española. «Somos un país asentado firmemente en la credibilidad de las reformas y en el esfuerzo continuo para el control del gasto y los mercados lo tienen que ir asumiendo», alegó. «En todo caso, tenemos una situación asumible respecto de la deuda», remarcó.
El jefe del Ejecutivo también dijo que si decidió anunciar de antemano el calendario electoral, algo nada habitual, fue precisamente para «proyectar certidumbre política y económica sobre los próximos meses», algo que se le demandaba desde distintos sectores.
Lo que no contó es que en los dos meses que han pasado desde el 22-M, cuando insistía en agotar, hasta ahora, ha dado tiempo al PSOE a cerrar la incertidumbre que abrió moderadamente positivos sino al calor del sondeo del CIS que certificó el tirón del exvicepresidente entre los suyos.