Miquel Giménez-Vozpópuli
Puigdemont y Torra tienen las puertas de Europa cerradas a cal y canto. Asaltar la sede de la Comisión Europea en Barcelona no fue una buena idea. Tener el apoyo de los servicios secretos rusos, menos
Antonio Tajani, presidente de la Eurocámara, vetaba a petición de eurodiputados del PP, Ciudadanos y PSOE la conferencia que Puigdemont y Torra pretendían celebrar este lunes en el Parlamento Europeo, invitados por Ralph Packet, eurodiputado de la Alianza Nero-Flamenca. Tajani sabe de las connivencias del fugado de Waterloo con la extrema derecha belga, así como con la de otros países y, cuidado con esto, de la relación y apoyo que ha recibido por parte de Rusia. Hay que fijarse en el argumento que el presidente de la Eurocámara arguye para prohibir ese acto: el alto riesgo de desórdenes que supone la presencia del fugado y por ser una amenaza de seguridad. Textual.
En Europa, a diferencia de España y ya no digamos Cataluña, se sigue con preocupación la influencia que Putin ejerce sobre los separatistas. Poco o nada se analiza aquí, por ejemplo, que los medios más influyentes de Rusia, RT y Sputnik, fuesen quienes diesen más información acerca del intento de golpe de Estado. En una reciente conferencia celebrada en el Massachussets Institute of Technology se analizó la interacción de dichas fakes news con cuentas de Twitter anónimas dedicadas a difundir 24 horas al día informaciones elaboradas por los servicios de inteligencia rusos.
En el solvente y exhaustivo informe ‘Desestabilizar la Unión Europea’ se puede comprobar como esa campaña de desinformación gigantesca tiene una sola finalidad: debilitar a las democracias occidentales, provocar disturbios, desafección y, en suma, crear una crisis enorme en las sociedades democráticas. Viejos métodos que el profesor Ethan Zuckerman define a la perfección cuando dice que todo ese aluvión de falsedades no pretende convencer, solamente sembrar la semilla de la duda.
Puigdemont y Torra, que verían con buenos ojos a Rusia como mediadora en el conflicto, mantienen canales de comunicación con algunas personalidades del Kremlin
Puigdemont y Torra, que verían con buenos ojos a Rusia como mediadora en el conflicto – aspecto poco o nada comentado en los medios nacionales –, mantienen canales de comunicación con algunas personalidades del Kremlin, según nos informan fuentes del mundo de la inteligencia española dignas de todo crédito. Esas personas nos indican que, de la misma manera que la extrema derecha francesa apoya al sector más radical de los Chalecos Amarillos con dinero, cobertura legal y activistas violentos, en España los rusos hacen lo propio con los movimientos radicales separatistas. No deja de ser chocante que las clases burguesas catalanas, que han auspiciado primero a los convergentes y ahora a los procesistas, acaben apoyándose en los herederos de la antigua Unión Soviética.
No es ninguna novedad que la presencia de agentes rusos haya crecido espectacularmente en tierras catalanas. Se ha llegado, incluso, a hacer pública la identidad, falsa, por supuesto, de Sergei Vyacheslavovich Fedotov, oficial de alto rango adscrito al GRU, inteligencia militar rusa, que, según informes que obran en poder de la cadena CNN, habría estado en la capital catalana entrevistándose con diferentes personalidades semanas antes del 1-O. Según dicha cadena, Sergei también habría recalado en Gran Bretaña antes del referéndum acerca del brexit. Le acompañaban otros dos agentes expertos en guerrilla urbana y redes sociales, Anatoli Chepiga y Alexander Mishkin.
Ensayo
De ahí que a Europa no le guste lo que ve. Está empezando a comprender que lo que pasa en Cataluña es un ensayo que puede calcarse en cualquier lugar del viejo continente que tenga circunstancias similares. Francia, Italia, Alemania, Dinamarca o la misma Bélgica son susceptibles de vivir un golpe directo a su integridad territorial, su sistema democrático y su paz social. Pretender dialogar con dichos movimientos es del todo inútil, porque su pretensión no es otra que la de desestabilizar y ahí no hay acuerdo posible.
Ahora, Puigdemont y Torra, burguesitos de bien, gente acostumbrada a la vida muelle y al confort, se quejan de que en Europa no les comprenden, de que Europa es insolidaria, de que Europa está en manos de plutócratas sin conciencia, ayunos del más elemental sentido democrático. Claro. Putin es el culmen de la libertad, de los derechos humanos y de la autodeterminación. Pueden preguntárselo a los habitantes de Ucrania, a los de Crimea, a los homosexuales rusos, a los disidentes que critican a Putin. Verán cómo están de acuerdo con que en Europa la cosa está fatal, mientras que en el país de Lavrenti Beria todo son tortas y pan pintado.
Se trata de elegir: o estamos con Occidente y la democracia, con todos los fallos que ustedes quieran, o con los otros, con Rusia, Irán, Venezuela y China. También se lo digo a los separatistas, que vendían su causa como la de una Dinamarca del sur. Si se descuidan, acaban por tener la Corea del Norte del mediterráneo.