El animalismo y nuestra decadencia

ABC 13/09/16
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Sigamos cediendo y nos acabarán haciendo vegetarianos a todos

LORD Garel-Jones, el veterano político conservador británico asentado en Candeleda, disfruta recortando en los diarios británicos las disparatadas historias de animales que aparecen a diario, tanto en los llamados periódicos de calidad como en la prensa más amarilla y bajuna. Ahí hay de todo: desde la anciana que dejó toda su –no tan modesta– fortuna a una oca que ya era la única en disfrutar de su jardín, hasta la pareja que prefirió en medio del frío invierno que sus cerdos disfrutaran del calor del hogar mientras ellos se iban a la cuadra, pasando por la jubilada contratada por un ayuntamiento para que todas las tardes se ponga en un paso de cebra a determinada hora y dé paso a unos gansos para que puedan ir a bañarse y regresar con seguridad al cobertizo en el que habitan y que está incomprensible e injustamente desconectado de ese río por una carretera asfaltada. Juro que todos son casos reales. Intolerable.

Creo que una de las mayores manifestaciones de la decadencia de una civilización se evidencia cuando se iguala el valor de la vida del ser humano con el de los animales, especialmente de las bestias. Estos animalistas que empiezan a recolectar un número relevante de sufragios en los diferentes comicios electorales en España tienen al toro como primer objetivo. Y la Junta de Castilla y León se ha rendido ante ellos entregándoles hoy la celebración del «Toro de la Vega», al que han rebautizado el «Toro de la Peña» porque al menos no han tenido la desvergüenza de intentar decirnos que todo seguía siendo igual. Ese avance del animalismo se pone de manifiesto en otras comunidades, como en Castilla-La Mancha, donde la vuelta al poder del PSOE con el apoyo de Podemos va camino de hacer una modificación en el reglamento de caza de la Comunidad. En la legislatura anterior esta fue la primera comunidad en España en reglamentar la montería de jabalíes a caballo con lanza, una práctica cinegética multisecular en España. Como era la única forma de caza que no estaba regulada, se dio un paso al frente y el Gobierno de Cospedal lo reglamentó allí. En otras partes de España se practica también esa forma de caza, pero no está regulada. ¿Resultado? Como se reguló, ahora se va a prohibir sólo donde fue regulado: en Castilla-La Mancha. Lo que justifica el que en tantos sitios se prefiera la alegalidad. Y se va a prohibir con el argumento de que es una práctica «que pudiera interpretarse como cruel con los animales o no compatible con el bienestar animal». Como si el jabalí fuera un estudiante de primaria, un abogado o un albañil en paro. En la caza no se puede entrar en consideraciones éticas o morales como la crueldad. Porque, si la caza es supuestamente cruel, imaginen lo que es un matadero municipal donde los animales no tienen forma de escapar. Sigamos cediendo ante los animalistas y nos acabarán haciendo vegetarianos a todos. Por decreto.