Editorial-El Español
El frustrado golpe de Estado ejecutado este domingo por los seguidores de Jair Bolsonaro en Brasil sirvió ayer lunes para que al menos una parte del Gobierno, con Unidas Podemos a la cabeza, acusara a Alberto Núñez Feijóo de radicalización.
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, instó al líder del PP a «alejarse de Vox», al que vinculó con Bolsonaro. Unidas Podemos, por su parte, atacó a Alberto Núñez Feijóo acusándole de «hacer con togados en el CGPJ» lo que el expresidente brasileño «ha hecho con una turba de fanáticos».
La portavoz del PSOE Pilar Alegría, exigió a Feijóo que condenara los hechos de Brasil, algo que el presidente del PP ya había hecho antes con un mensaje en el que llamaba «al inmediato restablecimiento del orden constitucional» y en el que decía que «no se puede ceder ante los populismos y la radicalidad, que intentan socavar el respeto a las instituciones, la democracia y las libertades públicas».
Los forzados intentos de vincular a Alberto Núñez Feijóo con el golpe de Estado que este domingo intentaron ejecutar los seguidores de Bolsonaro en Brasil fue respondido por los populares con la elección de Borja Sémper como portavoz de campaña del PP «para no caer en la radicalidad y los insultos».
Sólo 48 horas antes, el presidente del PP había escogido al moderado Íñigo de la Serna, exministro de Fomento, exalcalde de Santander y uno de los políticos más valorados del PP entre 2016 y 2018, como coordinador del programa electoral marco del PP para las elecciones autonómicas y municipales del próximo mes de mayo.
La estrategia de ambos partidos, PP y PSOE, para el año electoral que los españoles tenemos por delante parece, por tanto, clara.
La del PSOE es asimilar al PP a la extrema derecha, confiando en que el rechazo de los votantes españoles moderados por Vox acabe alejándoles, por ósmosis, de Feijóo. Es decir, confiar en que la polarización de los últimos tres años haya enraizado tan profundamente en los ciudadanos que nada pueda ya convencerlos de cruzar esa frontera que separa al bloque de la derecha del bloque de la izquierda.
La del PP, ocupar el espacio de centro que los socialistas han desalojado de forma voluntaria. Y no sólo por sus pactos con ERC, EH Bildu y Unidas Podemos, sino también por la asunción de algunas de las medidas incluidas en sus programas electorales.
EL ESPAÑOL está convencido de que la Moncloa será en 2024 para aquel de los dos candidatos que logre convencer a los electores españoles de su independencia respecto a los radicales a su izquierda, en el caso del PSOE, o a su derecha, en el caso del PP.
Y esa es hoy la principal preocupación de un PSOE que a nada debería temerle más que a un PP que rechace cualquier pacto con Vox tras las elecciones autonómicas y municipales del próximo mes de mayo. Porque eso arruinaría por completo una estrategia electoral que parece basarse hoy casi por completo en la idea de que una victoria de Feijóo comportará el aterrizaje de Vox en el Gobierno de la nación.
Es por eso por lo que Feijóo acierta escogiendo para la dirección de su partido los perfiles moderados y más alejados posibles de Vox y de lo que este representa. Algo que los ciudadanos agradecerán con total seguridad tras el hartazgo provocado tras tres años muy crispados y en los que los radicales se han apoderado del escenario político y mediático como no había ocurrido jamás antes en democracia.
Ese, y no otro, es el camino a la Moncloa tanto para Pedro Sánchez como para Feijóo. La ventaja de este último es que, a diferencia del presidente del Gobierno, puede defender la idea de que no pactará con los extremistas sin que la hemeroteca le desmienta.