El arrepentimiento de un portavoz

EL MUNDO 09/11/16
LUCÍA MÉNDEZ

El papel de Antonio Hernando en el drama socialista es, de lejos, el menos grato. Más que un papel cabe decir que ha sido un «papelón», como bien lo definió la periodista María Llapart cuando le preguntó sobre el particular en la rueda de prensa después de la Junta de Portavoces. Desde que el portavoz cambió la defensa apasionada del no es no por el profesional alegato de la abstención, Hernando se ha paseado por la calle, por el Congreso y por la sede del partido con el apelativo de «traidor» sobre su cabeza. Los elogios de la Gestora que dirige el PSOE y de la mayoría de los diputados por su correcto discurso en la investidura de Rajoy no han compensado las duras descalificaciones de muchos simpatizantes socialistas en las redes sociales. Hernando se ha cruzado con miradas irónicas a su paso y ha intentado obviar las risitas intencionadas o las palmadas en la espalda –a medio camino entre el pésame y la camaradería– de diputados de todos los grupos parlamentarios.

«No ha sido agradable en términos personales, pero yo ya sabía que me iban a machacar, era muy consciente del riesgo al que me exponía al asumir el encargo de la Gestora. Sé que es una decisión difícil de entender para mucha gente que me ha insultado. No voy a decir que no me han afectado los insultos. Al principio sí me afectaba lo que dijeran de mí, pero cuando tomé la decisión, lo único que me importaba es defender lo que aprobó el Comité Federal con la mayor dignidad posible, dejar bien a mi partido». El portavoz socialista habla así, con una cierta sensación de haber descargado su conciencia, después de comparecer públicamente en el Congreso acompañado de su arrepentimiento.

Desde que decidió asumir el encargo de la Gestora, aplicando el mismo ímpetu que le puso al mandato contrario del defenestrado Pedro Sánchez, el experimentado político Antonio Hernando ha guardado un silencio sólo roto cuando subió a la tribuna del Congreso en el debate de investidura de Rajoy.

Hernando puso fin ayer a este silencio, se hizo la autocrítica y reconoció que se equivocó durante meses «al identificar lo que era la gestión de un resultado electoral complejo, con un tema político, ideológico y ético incluso». Se refiere el portavoz, sin duda, a la cantidad de veces que defendió con ardor la tesis de que una abstención para situar a Mariano Rajoy en La Moncloa liquidaría al PSOE y sería una traición a sus militantes y a sus votantes.

«Llevaba tiempo pensando en que tenía que dar una explicación sobre lo que había pasado y por qué había pasado. Sentía la necesidad de aclarar públicamente por qué acepté quedarme como portavoz para defender la abstención, a pesar de que podría no haberlo hecho. La reflexión me ha llevado a reconocer que me excedí a la hora de justificar el no apelando a la ideología y a la ética. He querido asumir la responsabilidad, la mía propia, en ese error, nadie me ha pedido que lo haga, ni nadie sabía que lo iba a hacer. Ni la Gestora ni nadie», asegura Hernando en conversación con este diario.

El portavoz tenía que buscar una explicación para el público en general, pero también para sí mismo. Y ésa la ha encontrado en su pertenencia a la tribu socialista, en lo que se viene llamando la cultura del partido. «Me contrató la UGT en el 91 como abogado y tengo muy presente lo que decía Nicolás Redondo cuando dejó la Secretaría General: ‘las personas pasan, las organizaciones perduran’». Hernando sólo es una mota de polvo en la historia del PSOE. La cultura de partido consiste en ponerse al mando de lo que decide la mayoría. Puede que sea una actitud gregaria o antigua, pero eso es lo que ha mantenido vivo al partido desde su fundación».

Su reflexión personal acaba en la palabra «sacrificio». «Es tal vez el último servicio que he hecho a mi partido. Sé que al quedarme en estas circunstancias y después de todo lo que ha pasado, soy inservible para muchas cosas. Soy consciente de que mi capacidad para seguir en la primera línea de la política es muy limitada, en ese sentido considero que lo que he hecho es un sacrificio. Pensar que me quedo sólo por ser portavoz unos meses más es no entender nada».

El portavoz ha podido comprobar que algunas de las personas más cercanas a Pedro Sánchez –como lo era él mismo hasta hace unas semanas– no han entendido su decisión y están enfadados con él. Aunque se muestra cauto al hablar del ex secretario general del PSOE, pese a que la ruptura emocional entre ambos es evidente. Sánchez confesó en la entrevista con Jordi Évole su decepción personal con Hernando. Él no quiere echar leña a ese fuego que sabe muy ardiente. «Jamás saldrá de mi boca un reproche hacia Pedro Sánchez, por quien tengo mucho respeto, mucha consideración y mucho afecto, además de una deuda política por confiar en mí como portavoz». Hernando añade en conversación con este diario que el ex secretario general del PSOE «ha sufrido mucho» en los últimos meses de «presiones» y de «soledad», por lo que prefiere encuadrar la polémica entrevista en La Sexta en el «dolor» personal de un secretario general que se vio obligado a dimitir en circustancias terribles para él y su partido.

El reconocimiento de su equivocación al mezclar la gestión de un resultado electoral complejo con la ideología o la ética interpela a los diputados del Grupo Socialista que rompieron la disciplina y votaron no a Rajoy. Todos ellos, en sus alegaciones, han apelado a los principios, a la ética y a la palabra dada para justificar su conducta ante la dirección del grupo, que les ha abierto expediente.

«No puedo aceptar que se diga que los que han votado ‘no’ son más socialistas que los demás, tienen un comportamiento más ético que los que nos hemos abstenido o actúan en conciencia mientras que el resto carecemos de conciencia. No me parece justo», señala Hernando, que en los próximos días tendrá que decidir, junto al resto de la dirección del grupo, si además de la multa sancionará a los diputados díscolos apartándoles de los cargos que ocupan en las comisiones parlamentarias.