IGNACIO CAMACHO, ABC – 14/06/15
· El poder local entrega a la izquierda un arsenal de gasto público. Chorros de subvenciones, el maná del clientelismo.
Estaba escrito que la izquierda no iba a dejar al alcance del PP una sola Alcaldía que pudiese quitarle. Ése es de hecho el único programa real de estos pactos propiciados por una ley que el Gobierno sólo intentó cambiar cuando ya era demasiado tarde. El PSOE ha sido indultado por los radicales de sus pecados de “casta” a cambio de la penitencia de abrirles las puertas del poder. La derecha en España no tiene siquiera la indulgencia de los suyos, que son quienes han propiciado su descalabro. Aunque tampoco ha sabido ganársela con su política de madera y su incapacidad de descifrar el vuelco de descontento que estaba propiciando.
El frentepopulismo municipal no es el fin del mundo. La ley impide y frena ocurrencias peregrinas y saltos revolucionarios. Habrá golpes de efecto populista y algunas demostraciones retóricas de revanchismo simbólico; en este sentido la nómina de concejales podemistas de Madrid, Barcelona o Valencia tiene en el currículum agresivos pronunciamientos antisemitas y llamamientos a incendiar bancos. Se detendrán ciertas inversiones productivas y volverán las calles dedicadas a Lumumba y al Che Guevara.
A corto plazo poco más; nada inquietante. El extremismo conoce ahora su obligación táctica de disimularse. Bajo la epidermis de la opinión pública, eso sí, sucederá lo de siempre: quedará abierta la espita del gasto público discrecional, el maná del clientelismo. Chorros de subvenciones al tejido asociativo en que la izquierda fortalece su cohesión política a través de miles de plataformas participativas y organizaciones civiles dirigidas por las mismas manos. Para eso ha asaltado el poder local, para convertirlo en la palanca con que abrir la gran caja del Estado.
Ése es el desafío que ahora queda explícitamente planteado. La izquierda ha ganado esta etapa electoral y se lanza hacia la meta de noviembre con una clara estrategia de alianza, aupada sobre las estructuras institucionales recién conquistadas. Dinero público en grandes cantidades, televisiones autonómicas, presupuestos de inversión y la llave de la máquina de colocar en ayuntamientos, comunidades y diputaciones. El arsenal que le ha arrebatado a un PP que, a la vista está, no sabía usarlo.
El partido del Gobierno queda herido de gravedad, descalabrado, con lesiones que comprometen su capacidad de respuesta en el momento clave. La apelación al voto del miedo, que parece su gran baza estratégica, puede resultar insuficiente. Va a necesitar una ofensiva política que tal vez no esté en condiciones de desplegar después de este severo varapalo.
Enfrente tiene un bloque agigantado que además de manejar con mucha eficacia los recursos clientelares cuenta con la hegemonía de los marcos mentales –justicia, dignidad, democracia—y es experto en su explotación propagandística. Minimizar el calibre de esta derrota equivale a resignarse ante la próxima.
IGNACIO CAMACHO, ABC – 14/06/15