El auto de la Infanta

EL MUNDO 24/12/14
SANTIAGO GONZÁLEZ

El juez Castro ha escrito un auto muy singular para sentar a la ciudadana Cristina de Borbón en el banquillo. No tanto por la decisión, que no discutiré –creo que la ley es igual para todos y que la Infanta debe ser procesada por su presunta participación en los presuntos delitos de su marido– sino por alguno de los argumentos que emplea. Como sabrán los lectores atentos, el Tribunal Supremo había declarado inviables las causas sustentadas únicamente por la acción popular –el sindicato Manos Limpias– si no acusan la Fiscalía ni la acción privada (la parte perjudicada, la Abogacía del Estado). El juez Castro incluye entre los Fundamentos Jurídicos que, tal como dice la publicidad de la Agencia Tributaria, «Hacienda somos todos», por lo que cabe considerar a Manos Limpias parte perjudicada.

Teníamos que acabar en esto. Los jueces se han apuntado al populismo y fundamentan con eslóganes publicitarios. O con refranes. Castro acaba de enmendar la plana al Supremo y se ha cargado la doctrina Botín. Cualquier delito perjudica al sistema en su conjunto. Y todos me disminuyen «porque formo parte de la humanidad», habría escrito el poeta John Donne.

Luego está la fecha. Pero hombre de Dios, ¿no tenía otra que no fuera la víspera de Nochebuena? Los daños colaterales. La hermana del Rey en el banquillo cuando Felipe VI pronuncia su primer discurso de Navidad a los españoles. La decisión del juez Castro afecta a una institución capital de la democracia española. Hace pocos días, un líder emergente de la misma fue preguntado por los presuntos enjuagues de su novia mientras fue concejal en Rivas Vaciamadrid. Y calificó la pregunta de «machista». Esta noche veremos al Rey de España tratando de responder a una pregunta análoga del juez Castro. Y una hermana siempre es más colateral que una novia.

Sobre la oportunidad, un precedente: en 1991, la Audiencia de Burgos aplazó hasta septiembre el juicio de la construcción para no perjudicar las expectativas del principal encausado, el alcalde Peña, que se presentaba como candidato en mayo.

El pueblo español se pone muy calcetero al paso de la realeza en la carreta. Es el mismo pueblo que aplaudía a Messi al salir de declarar por un fraude de cuatro millones de euros. A nadie le indigna que Hacienda reclame otro tanto a Joaquín Sabina, casi un millón al Gran Wyoming y medio a Montserrat Caballé.

La Infanta Cristina era miembro de la Familia Real y es eso lo que no perdona el pueblo español. Nuestra relación con la monarquía es como la que tenemos con la Iglesia. Siempre vamos detrás de los curas: con un cirio o con un palo. Alternativamente. Después del convulso lustro que siguió al derrocamiento de Isabel II, al volver su hijo para ser coronado, fue recibido con una gran manifestación de júbilo popular. Mandó parar el futuro Alfonso XII la carroza para felicitar a un joven que gritaba con mucho entusiasmo «¡Viva el Rey!», a lo que el mozalbete respondió: «Esto no es nada. Tenía que haber visto la que organizamos cuando echamos a la puta de la Reina».