José Alejandro Vara-Vozpópuli

Pretendió ser un directo a la mandíbula de Sánchez y resultó un codazo en el ojo de Feijóo. «No nos damos cuenta y estamos apelando de manera bisoña a un partido cuyos principios se esfumaron». ‘Sorry‘, pensaría la presidenta madrileña, como dicen a modo de excusa esos ingleses cernícalos que te plantifican un pisotón que te destrozan el pie para tres años. Bisoño no es palabra de uso frecuente en los discursos políticos. Isabel Díaz Ayuso la deslizó sutilmente en su mensaje de apertura de temporada ante su jefe de filas. La pronunció como consejo, como amigable advertencia sobre la perversidad insuperable del PSOE, aunque, a esas mentes retorcidas que husmean por las zahúrdas oscuras del PP, les sonó a tarascada. Empezamos mal, pensaron algunos. La prensa del movimiento, cómo no, lo llevó a titular. Otra vez cábalas y acertijos sobre las intenciones ocultas de la lideresa y el rumor de discrepancias en la derecha. Una escena tediosa que deriva en hipnótica. El lunes toca ‘cierre de filas’ en Génova para desfacer el entuerto y volver a la ansiada normalidad.

Sería muy oportuno ahora explotar la tirria que corroe al partido de enfrente. Sánchez no soporta el protagonismo de Feijóo y ha azuzado a sus portavoces para que lo pongan a caldo, para que conviertan en un infierno su larga marcha hasta la investidura. De momento sólo se les logra un infiernillo. Con guionistas como los que embadurnan el libreto de Pilar Alegría, ministra de Educación en funciones y portavoz de Ferraz, apenas logran algunas carcajadas del enemigo. Como en la guerra de Gila. «Han pasado de derogar el sanchismo a rogar al sanchismo». Je. No dan más de sí.

Se largó luego a una sentada con su Ejecutiva para mofarse del ‘paleto gallego’, como alguno le llama en la intimidad, en la que se explayó en burlas y chanzas

El líder del progreso salió muy rabinudo de su encuentro en el Congreso con Feijóo. Al designado por la Corona para afrontar el reto de acceder a la presidencia del Gobierno apenas le dedicó cuarenta minutos, el tiempo en que tardan en cocerse tres huevos duros. Se largó luego a una sentada con su Ejecutiva para mofarse del ‘paleto gallego’, como alguno le llama en la intimidad, en la que se explayó en burlas y chanzas. «Ya imagináis lo que le he dicho cuando me reclamó lo del partido más votado». Je.

Era la reacción a las puñadas recibidas. El dirigente gallego había acertado con dos dianas. La primera, enarbolar el estandarte de la igualdad, un concepto tradicional de la izquierda que el PSOE ha despreciado al someterse a los reclamos del nacionalismo carvernícola y cerril. También acertó con su propuesta de gobernar un par de años para sacar adelante sus seis propuestas reformistas y luego elecciones o ya veremos. Lo del bienio, sugerencia original, no tiene buenos precedentes en nuestro país. Basta recordar al infausto de Riego en 1823, el del himnito tralará; el malamente truncado de O’Donnell y no hablemos de los sendos intentos republicanos y adónde nos llevaron.

«Que ladren cuanto quieran». Feijóo es calmo y mesurado, un caudal de sangre fría circula por sus venas y apenas pestañea tres veces al día

Los ecos que dejaron los mentados bienios a lo largo de la historia no fueron edificantes. Tampoco lo están siendo los que cosechan estos primeros pasos del incierto Feijóo entre las cacatúas del Gobierno. Paripé, fake, fantasma, folclórico, salvar su pellejo, pantomima, vodevil, desesperado, dispuesto a cualquier cosa, baboso, surrealista. Quizás alguno más. Para tratarse de «un empeño inútil y de un esfuerzo condenado al fracaso», el recorrido del postulante hacia la investidura no ha podido arrancar mejor.

El problema es que un plazo de cuatro semanas bajo semejante fuego enemigo es molto longo. Quizás, pero hay que saberlas aprovechar, sacarle partido al foco mediático y no meter demasiado la pata. «Que ladren cuanto quieran y se aturdan con sus propias voces», aconsejaba San Agustín. Feijóo es calmo y mesurado, un caudal de sangre fría circula por sus venas y apenas pestañea tres veces al día. Únicamente ha de confirmar que «le quedan más provisiones que camino», como aconsejaba Plutarco y tirar para adelante. Ya que no saldrá vivo de la ceremonia del día 26, al menos llegar hasta ella entero. Y que no le tomen el bisoñé, que diría Jardiel..