ABC 08/12/15
ENTREVISTA JUAN ANTONIO ORTEGA DÍAZ-AMBRONA, MINISTRO DE EDUCACIÓN CON LA UCD
· Asumió Educación tras una palmada de Adolfo Suárez en la rodilla con un elocuente «vente conmigo a La Moncloa», y terminó con Calvo-Sotelo
· Ley del Divorcio
«Pedro Sánchez hizo un ejercicio de patinaje artístico sobre hielo para atribuirle el mérito al PSOE»
Nos vemos en el Ateneo, donde pasó muchos años tarde enteras. Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona es tan metódico, que convirtió las notas y documentos que guardaba en cajas en su «Memorial de transiciones» (Galaxia Gutenberg), el día que pensó que su actividad política había acabado tras ganar Felipe González por mayoría absoluta y barrer del mapa a UCD. Habla arrastrando las palabras, sonriendo más para sí, dejando aflorar alguna frase que no termina: «Los que estábamos en UCD no queríamos vivir de la política, teníamos nuestra propia carrera».
P—Cuenta en su libro cómo Manuel Fraga escribió un contrainforme a Adolfo Suárez, que parecía Fraga hasta de izquierdas…
R—Esos son documentos inéditos. Fraga habló del sufragio universal, de las Cortes elegidas… y cuando presentó a Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI están los dos partiéndose de risa, como si fueran amigos de toda la vida. Esos cambios fueron claros en Suárez y llamativos en el PSOE si los comparas con su discurso en el XXVII Congreso: socialización de las 200.000 empresas más importantes, el no a la OTAN, escuela única, pública y laica…
P—Usted se encargó de los estudios previos de la Ley del Divorcio cuando era subsecretario de Justicia, pero Pedro Sánchez se lo quiso adjudicar como logro al PSOE.
R—Fue en 1978. Era muy complicado para un político democristiano. Tengo todavía los textos, luego pasó a Iñigo Cavero, y habló con la jerarquía eclesiástica de que el divorcio no era obligatorio. Cuando entró en Justicia Paco Ordóñez, le dio un empujoncito y sacó la ley. Así que Pedro Sánchez hizo un ejercicio de patinaje artístico sobre hielo. No es la primera vez que patina. El otro día dijo: «Si nosotros gobernamos vamos a acabar con el concordato, y después haremos una ley de Libertad Religiosa». Pero, claro, el concordato ya no existe y la ley de Libertad Religiosa la preparé yo en Justicia y en Presidencia.
P—Dio una conferencia en 1980 en el Club Siglo XXI con el título «Después de la Transición: un diseño político para el Estado democrático». ¿Todavía seguimos a vueltas con su diseño?
R—Era a vueltas del artículo octavo de la Constitución y de las autonomías, que vuelve a surgir ahora en Cataluña. Artur Mas es de un cinismo sobrecogedor. Un señor que dice: «Nosotros hemos superado la autonomía, estamos en la independencia, y nos desconectamos de España y del Tribunal Constitucional». Y luego añade: «Oiga, que necesito dinero, y si no, voy al Constitucional». Usted, ¿por qué es Cataluña? Si además no ha sacado mayoría…
P—La Ley de Autonomía Universitaria (LAU) se quedó en un limbo. ¿La utilizaron como un arma en las luchas internas que se producían en UCD?
R—Fue una palanca para justificar la separación. Cuando tengo la LAU entre manos y la voy a renegociar, me doy cuenta de que no nos íbamos a poner de acuerdo ni me darían presupuesto. En determinados sectores de UCD no se tragaba que se dijera que la Universidad es un servicio público. Hablé con Leopoldo para dejar la cartera de Educación. Él no quería. Cuando salió Federico Mayor Zaragoza de la Unesco, le insistí mencionando que la Reina le tenía mucha consideración. Finalmente accedió y me preguntó: «¿Quieres algo?». «Nada». Así fue como dimití.
P—Usted consideró «un tremendo error de Adolfo Suárez» que abandonara el partido que él mismo fundó.
R—Ahora UCD ha recuperado buen nombre, pero demostró una malformación congénita, porque todo el mundo hacía la guerra por su cuenta. Se produjo el fenómeno de «sálvese quien pueda», y el capitán se marchó, los socialdemócratas y democristianos más de derechas se fueron, Leopoldo miró al infinito y no quiso enterarse de nada. Quedamos unos cuantos apagando la luz.
P—¿El bipartidismo está hundido?
R—La Ley Electoral vigente es implacable. Favorece al que tiene más votos y al segundo partido más votado, perjudica al tercero y hunde en la miseria al cuarto. El bipartidismo se va a debilitar, pero no va a desaparecer. Por primera vez, los votos del PP y del PSOE no van a ser tan numerosos, porque se los disputarán Ciudadanos y Podemos. Estos chicos son todos muy valiosos, no son unos zascandiles, pero ir separados es funesto. Le ha pasado a UPyD, que va a desaparecer, lamentablemente. Si se hubieran unido a Ciudadanos…, pero Rosa Díez es muy cabezota…
P—Sabiendo lo difícil que es el consenso en materia educativa, ¿qué hacemos con la ley Wert (Lomce)?
R—La ley Wert debería haberse pactado. La Educación es una cuestión de Estado. La estructura básica debe de estar pactada entre los partidos de Gobierno para que se establezca durante los próximos quince años y poder ser más competitivos en conocimiento. No se puede estar cambiando cada cuatro años. Esta idea de que entro y derogo la ley anterior y hago una nueva que es fantástica, es letal. No tenemos un nivel bueno por muchas razones. La gente no lee, los maestros no están suficientemente pagados. No hay conocimientos humanísticos. La formación matemática no es buena… Así vamos muy mal.