Juan Pablo Colmenarejo-Vozpópuli
- El presidente se limita a comentar los sucedidos pidiendo paciencia y prudencia mientras la mayoría de la población sigue con la mascarilla puesta
Dos días después de conceder los nueve indultos a los condenados -sediciosos y malversadores- Pedro Sánchez reunió a los ministros en un consejo extraordinario (jueves 24 de junio) para echarle un par de cubos de agua al fuego. La rebaja -condicionada y cuasi ficticia- del IVA en el intervenido y manoseado recibo de la electricidad, junto a la quita de las mascarillas en los exteriores, sin el consenso de las comunidades autónomas, han tratado de rebajar el sofocón de los indultos concedidos a los garantes de la estabilidad del Gobierno hasta el comienzo del 2024. No hay más que escuchar al presidente del PNV, Andoni Ortuzar, como fiador de ese plazo.
Por el interés siempre quiere el jefe del nacionalismo vasco. Nada personal, solo asuntos profesionales. Entre el ruido y el escándalo del independentismo catalán, aparece el PNV para arreglar lo suyo. ¡Pasen al fondo, que hay sitio! Rajoy sabe lo que es una ducha escocesa al estilo PNV. De apoyar los presupuestos generales de un Gobierno, a votar a favor de otro en menos de quince días. El mejor postor siempre se llevará de calle al partido hegemónico en el País Vasco. Con Sánchez abriéndose de capote con ERC, viene al quite Ortuzar a lancear siempre en el mejor turno.
Dos semanas después de maniobrar para meter debajo de la alfombra los indultos, rebrota el puñetero virus con la vertiginosa variante Delta (india de nacimiento) que ha encendido todas las alarmas al disparar la curva de contagios entre la población menor de 30 años. Además, por mucho que se quiera acelerar la vacunación, las 17 sanidades de nuestro Estado fragmentado impiden un plan común capaz de vacunar en el destino de las vacaciones. El sistema partido en 17 no ayuda. Resulta que ahora, a estas alturas se cae en la cuenta, hay que hacer pedagogía entre quienes han acabado el curso y han recibido el mensaje de ¡fuera mascarilla! Los jóvenes, los demás tampoco, no vieron el sufrimiento en los hospitales porque a diferencia de, por ejemplo, anteriores epidemias de gripe en las que se ofrecían planos de pasillos abarrotados de camas con pacientes, no se mostró el colapso. La colisión entre el derecho a la intimidad y la información se resuelve guardando las distancias y respetando el dolor.
No se permitió ver, para hacer pedagogía y disipar teorías conspirativas. Incluso los guardianes de lo políticamente correcto lapidaron a quien osó publicar una fotografía, un plano abierto y lejano, de los féretros alineados en la morgue del Palacio de Hielo de Madrid. No estaría mal que las generaciones actuales, tan visuales y consumidoras de los instantes, vieran los primeros minutos del primer capítulo de la tercera temporada de New Amsterdam: el paisaje tras la batalla de la covid de un hospital público en Nueva York. Lo bueno de las series es que nunca es tarde para llegar a tiempo.
Incluso los guardianes de lo políticamente correcto lapidaron a quien osó publicar una fotografía, un plano abierto y lejano, de los féretros alineados en la morgue del Palacio de Hielo de Madrid
España se mete en el centro del verano, de 15 de julio a 15 de agosto, con la curva de contagios fuera de control y los gobiernos regionales buscando dosis de vacunas para hacer frente a la inoculación urgente de los jóvenes hasta 16 y completar la pauta del grupo de 60-69 que tiene puesta la primera de Astra Zeneca. La necesidad de acelerar el proceso de vacunación ha provocado incluso el envío de dosis desde Madrid a otras comunidades que no habían hecho nevera preventiva como la consejería madrileña que dirige el doctor Ruiz Escudero. La co-gobernanza de Sánchez ha mutado en un sálvese quien pueda autonómico.
El presidente se limita a comentar lo sucedido pidiendo paciencia y prudencia mientras la mayoría de la población sigue con la mascarilla puesta en los exteriores dando fe de los bajos niveles de credibilidad del presidente y su Gobierno en el segundo verano de pandemia. Empieza a haber fatiga de la fatiga pandémica. Se ha llegado a un punto en el que se ha convertido en vulnerables a los más fuertes por ser jóvenes. No ha habido información sino propaganda. No se han explicado las razones al optar por la difusión de las emociones. La política se reduce al relato. España tiene su brote extra.