EL CORREO 03/08/14
· El expresident podría comparecer en el Parlamento autonómico el 2 de septiembre, en vísperas de la Diada y en un momento crucial para la convocatoria del referéndum
· Convergencia anuncia su refundación y la ruptura con Unió es más que una posibilidad
· La actuación política y judicial en torno a quien fue símbolo del nacionalismo catalán correrá paralela al proceso de la consulta
Serán apenas dos meses. Los que transcurrirán entre el 2 de septiembre y el 9 de noviembre. 58 días que marcarán un antes y un después en la política catalana y, posiblemente, en la española. Lo que no está nada claro es cómo terminará un proceso que arrancó como un desafío soberanista de incierto resultado impulsado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, varios partidos de la oposición y una entidad civil, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), y al que ahora se le ha cruzado en el camino un obstáculo de dimensiones considerables. Nada menos que el reconocimiento por parte de Jordi Pujol de que defraudó a Hacienda durante años, una autoinculpación que, además, la Policía sospecha que es sólo una estrategia para camuflar una millonaria fortuna familiar lograda mediante comisiones ilegales.
Calibrar qué efecto puede tener en el proceso soberanista el descubrimiento de que uno de los máximos referentes del nacionalismo defraudaba de forma sistemática es imposible. Pero es evidente que de un modo u otro modifica el guión diseñado por Mas. «Se equivoca quien piense que todo lo ocurrido (por el ‘caso Pujol’) acaba con el deseo muy mayoritario en Cataluña de una consulta sobre su futuro político. Pero también se equivoca quien crea que no afecta lo más mínimo a ese sentido mayoritario. Yo creo que sí», ha admitido estos días Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió, hasta la fecha socio de Convergencia en CiU.
La primera fecha marcada en rojo es el 2 de septiembre. Ese día retoma su actividad el Parlamento catalán con una reunión de la comisión de Asuntos Institucionales para debatir el régimen especial del Valle de Arán. Pero es probable que el asunto quede relegado a un segundo plano. Todos los partidos de la oposición acordaron el jueves solicitar la comparecencia de Pujol para qué explique todo lo relacionado con sus cuentas en el extranjero. Y lo más probable es que lo haga ese mismo día 2, aunque podría ser más tarde e incluso no producirse, dado que se trata de un acto voluntario.
Pero en realidad, donde se la juega Pujol y su familia es en los tribunales y en las portadas de los periódicos. La maquinaria judicial se ha puesto en marcha y abarca varios frentes. Demasiados. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz instruye una causa contra uno de los hijos del expresidente, Jordi Pujol Ferrusola, por blanqueo de capitales. Está previsto que le llame a declarar el 15 de septiembre. Otro de los vástagos, Oriol Pujol, tuvo que abandonar la secretaría general de Convergencia y el Parlamento al estar imputado en un presunto caso de corrupción en la adjudicación de estaciones de ITV. Y un juzgado de Barcelona aceptó a trámite el jueves una denuncia de Manos Limpias contra el patriarca de la familia y la Fiscalía Anticorrupción ha comenzado a investigar las fortunas ocultas en Andorra y Suiza.
Los procedimientos judiciales no se caracterizan por su rapidez, por lo que los fallos definitivos pueden demorarse durante años. Pero el temor que reina en Convergencia y en la familia Pujol es que, una vez abierto el grifo del escándalo, el goteo de informaciones sobre supuestas corrupciones sea constante y mine todavía más el prestigio del que fue referente de la política catalana durante cuatro décadas.
Si al final Pujol decide ir al Parlamento el 2 de septiembre, el eco de sus palabras seguramente se escuchará hasta el 11 de septiembre. Es una fecha muy simbólica para toda Cataluña y, en especial, para el movimiento independentista. Se celebra la Diada. El año pasado, cientos de miles de personas configuraron una cadena humana que atravesó Cataluña en una demostración de fuerza similar a la de 2012, cuando una cifra abrumadora de catalanes colapsó las principales calles de Barcelona para reclamar un Estado propio dentro de la UE.
La previsión para este septiembre es de igual exaltación. O mayor. Porque se celebra el 300 aniversario de la derrota de las tropas que defendían Barcelona frente a las de Felipe V durante la Guerra de Sucesión española. Una batalla que en el imaginario nacionalista supone el final de la independencia catalana. Hace ya meses que la ANC hizo un llamamiento para llenar las arterias más relevantes de la ciudad condal, trazar una ‘V’ de «vía, voluntad, votar y victoria» y consolidar así la consulta del 9 de noviembre.
Futuros efectos
¿Afectará a la movilización popular el ‘caso Pujol’? Las formaciones más beligerantes con el nacionalismo –en especial PP y Ciutadans– dicen que mientras el expresidente y las fuerzas soberanistas hablaban de que «España nos roba», era el fundador de Convergencia y su familia los que tenían cuentas en el extranjero. Quizá de forma casual, pero en una decisión que ha ayudado al Gobierno de Rajoy a combatir el discurso de los agravios lanzado por la Generalitat, la semana pasada se hicieron públicas las balanzas fiscales. Y, como habían denunciado CiU y ERC, Cataluña es una de las autonomías más perjudicadas, pero no tanto como aseguraban los nacionalistas y por detrás de otras como Madrid y la Comunidad Valenciana.
La mejora de la financiación para Cataluña se abre como una de las posibles vías para salir del atolladero y evitar la consulta. Pero quizá no sea suficiente. Está previsto que en septiembre, una vez pasada la Diada y el referéndum escocés, el Parlamento catalán apruebe la ley con la que Mas quiere regular la consulta de noviembre. Se da por hecho que el Gobierno central la recurrirá de forma inmediata y que el Tribunal Constitucional la paralizará.
¿Y a partir de ahí? Según señaló el propio Mas tras reunirse el miércoles con Rajoy, «se entraría en una nueva fase». ¿Cuál? Se desconoce. Este viernes, Josep Rull, recién elegido ‘número dos’ de Convergencia, descartaba en ‘La Vanguardia’ una declaración unilateral de independencia y subrayaba que cualquier solución al veto por parte del Constitucional debería pasar por las urnas, dejando la puerta abierta a unas elecciones plebiscitarias.
Serían los terceros comicios en apenas cuatro años, todos en noviembre, con un mapa político muy fragmentado y abierto a las sorpresas. Se trata de una apuesta que para el actual president supone un enorme riesgo viendo los precedentes.
CiU recobró el poder en 2010 con una victoria cómoda sobre el PSC. Su candidatura alcanzó los 62 escaños. Los socialistas se convirtieron en la primera fuerza de la oposición con 28 asientos en el Parlamento. ERC sudó para llegar a 10. Dos años después, Mas, convencido de la fortaleza de su propuesta, lanzó un órdago con el que pensaba alcanzar la mayoría absoluta. Pero el batacazo fue mayúsculo. CiU se quedó en 58 escaños, los republicanos se convirtieron en la segunda fuerza, los socialistas se desplomaron y formaciones como Ciutadans y la CUP cobraron protagonismo.
Nadie sabe ni cómo serían esas elecciones plebiscitarias ni qué Parlamento saldría de las urnas. De hecho, la confusión es total. Duran, por ejemplo, insistió ayer en que el 9 de noviembre habrá consulta. Lo que está claro es que los cimientos de lo que ha sido la política catalana desde la Transición se tambalean.
Convergencia ha anunciado su refundación tras ver cómo su fundador y su hijo Oriol –hasta hace unos meses su ‘número dos’– están salpicados por la corrupción. Y la posibilidad de que la formación adopte una posición claramente independentista aumenta la opción de una ruptura con Unió.
Duran ha anunciado que su partido prepara para noviembre el embrión de una «nueva alternativa» política que quiere atraer a los votantes moderados y centristas. De hacerse real, supondría la quiebra de una alianza que ha dominado de una u otra manera la política catalana durante más de 30 años. El dirigente democristiano tenía en mente esta apuesta desde hace meses, pero el ‘caso Pujol’ la ha acelerado.
Los socialistas, mientras tanto, insisten en su apuesta federal, mientras ERC espera salir como el gran triunfador de esta batalla. El Gobierno de Rajoy confía en que la tormenta pase y que la sombra del escándalo Pujol oscurezca la vía soberanista. Pero para quien le quiera escuchar, Rull advertía en ‘La Vanguardia’: «El país está más allá de una persona concreta».