El ceño ofendido

DAVID GISTAU, ABC – 24/06/15

David Gistau
David Gistau

· Va por las teles con el ceño en tensión y haciéndose el ofendido. Esta pregunta me ofende. Esta otra también me ofende.

Los des facedores de entuertos actuales, paladines de la política andante, llevan una vida sufrida. Nada que ver con la profesionalidad menos hipócrita de los estadistas de antes, que podían gobernar y asumir sus responsabilidades y al mismo tiempo consagrar, sin lágrimas socialdemócratas, espacios de conspiración, billar y hedonismo como «La bodeguilla». Los de ahora son más desgarrados y sentidos. Pablo Iglesias hizo voto de ceño fruncido, y hasta renunció al amor como en la soledad maldita del superhéroe y del profeta, mientras quedara en el país un desheredado por emancipar. Un poco como Johnny Cash que, en lugar de admitir que usaba colores oscuros porque estilizan, hizo una canción para explicar que él vestiría de negro mientras hubiera un solo pobre, un presidiario injusto o un extraviado al que no hubieran alcanzado las palabras de Jesús. Evidentemente, murió vestido de negro.

Me alegré por Pablo Iglesias cuando comenzó a sonreír. No tanto como si hubiera renunciado a otro voto aún más riguroso que el de seriedad, me refiero al de castidad, muy de la tradición artúrica, según la cual, por cierto, el escaño de presidente del Gobierno se está convirtiendo en un remedo del Asiento Peligroso en el que sólo el más virtuoso de los candidatos podía sentarse sin caer fulminado. Este mito de la selección es menos conocido que el de la espada hundida en la roca, pero a mí me gusta por cruel y por cómo castiga la ambición de los que no han sido elegidos. Excalibur descarta. El Asiento mata.

Pero estábamos con que Pablo Iglesias había comenzado a sonreír. Hasta que le tradujisteis mal lo de los presos etarras, y ahora se nos ha enfurruñado otra vez. Va por las teles con el ceño en tensión y haciéndose el ofendido. Esta pregunta me ofende. Esta otra también me ofende. Y me ofende ese foco, y me ofenden estos tertulianos, y hala a ofenderse, debería ir el hombre con un guantelete de acero encima para retar a sus ofensores a duelos singulares. En esto estamos siendo poco comprensivos con Pablo Iglesias.

En lo de los presos etarras, digo. Pablo Iglesias está metido en una metamorfosis general de adaptación al sistema, a la casta. Su neolenguaje ya es prácticamente idéntico al de un político profesional cualquiera. Su manejo de valores es cada vez menos rupturista y más tópico. Con Pablo Iglesias no sólo hay que fijarse en las cosas que dice. Además hay que compararlas con las que dijo, sobre el mismo tema, cuando aún no iba por la vida disfrazado de candidato socialdemócrata. Lo último de los presos etarras demuestra una sensibilidad todavía confusa, en trámite de homologación.

Pero compárese con lo que decía hace años de la ETA, cuando daba charlas en las «herriko tabernas»: que ETA era la primera organización de izquierdas con lucidez para comprender que esta democracia «lampedusiana» era franquismo encubierto y que por eso la estaba combatiendo como había que hacerlo. Visto así, ¿a que vamos mejorando? Pues eso, déjenlo, que se le frunce el ceño.

DAVID GISTAU, ABC – 24/06/15