El chivo era el Partido Popular

Santiago González-El Mundo

En los tiempos en que el presidente Zapatero se empleaba en singular cruzada contra la derecha extrema y el franquismo alanceando los molinos de viento del principal partido de la oposición, un participante ocasional en mi blog que firmaba como Anaxágoras, resumió afortunadamente el aire del tiempo: «Si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos veces, la culpa es mía; si me engañas tres veces la culpa es del PP».

El partido del Gobierno ha sido acusado de utilizar a las víctimas. La oposición a tiempo completo, (todo el espectro salvo Ciudadanos, que lo es de manera intermitente), sostiene que el PP defiende la prisión permanente por interés electoral, al igual que Cs. Es casi seguro que el PP ha incorporado el cálculo electoral. También el partido naranja, aunque con más éxito, ya que está en todas las posiciones al tiempo. Y en todas las encuestas. El portavoz Girauta hizo un buen discurso el jueves, especialmente meritorio porque tuvo que rectificar sin citarla a la diputada canaria, la lista, Patricia Reyes, (la otra es Melissa) que en octubre hizo un discurso feroz contra la pena.

Todos los partidos incorporan cálculos de interés a sus iniciativas políticas. Es natural, está en el orden de las cosas. Es deseable que al hacerlo satisfagan a su parroquia, como el PP, y Cs en ésta, su última posición. El PSOE y Podemos se han sumado al intento derogatorio del PNV para debilitar al Gobierno, aunque llevándoles la contraria a sus votantes.

En el caso del PNV quizá no haya cálculo electoral, siempre ha estado en su naturaleza la política paliativa en el castigo a los asesinos y prescribir el remedio de las medidas políticas: negociar políticamente con ellos. Baste recordar que hace 33 años largos que los terroristas asesinaron al superintendente de la Ertzaintza, Carlos Díaz Arcocha, y el crimen no sólo permanece impune sino que no ha sido esclarecido policialmente.

Se acusa al partido del Gobierno de utilizar a las víctimas y el atroz portavoz Juan Carlos Campo, que escribió un capítulo digno de la Historia Universal de la Infamia, lo llevó un punto más lejos, al acusar a las víctimas de dejarse manipular por el PP. No podían esperar al fallo del Tribunal Constitucional, porque serán partidarios de legislar en frío, pero la inquina al Gobierno les gusta más en caliente.

Tengo una objeción que hacer al gran hallazgo de Carlos Rodríguez Braun hace unos años: «El mejor amigo del hombre es el chivo expiatorio». En el momento actual de la política española el chivo expiatorio es el PP o su fantasma y contra él se ha conjurado la Santa Alianza de la oposición: Sánchez y sus portavoces inefables, Unidas-Podemos, el PNV y EH Bildu, los golpistas catalanes de uno y otro signo (PDeCAT y Esquerra Republicana).

La prueba de su determinación es que para debilitar al Gobierno se han empeñado en tumbar todas sus propuestas, incluso las que gustan a sus votantes, como volvían a demostrar ayer un par de encuestas. La oposición unida es como el FPJ en La vida de Brian: el requisito de admisión es odiar de verdad a sus romanos, más de lo que quieren a los suyos. El verdadero chivo expiatorio.