Antonio Soler-El Correo

  • Habilidad de jefe de pista y doctorado en el birlibirloque, las condiciones del nuevo Gobierno

No es una errata. No le falta una letra al titular. Es catalán. La ley de los tiempos. Este jueves quedó inaugurada la nueva temporada de moda. La honorabilísima y hermosa lengua catalana fue una de las monedas de cambio. Las otras, las que no se vieron, son las menos sonantes pero las más contantes. Un pie puesto en la investidura de Pedro Sánchez. El inicio de una legislatura que promete auténticos números circenses. Y no porque el Congreso de los Diputados sea un circo, un circ, en términos peyorativos. Es que si se cierra el llamado círculo progresista (¿qué progresismo, por cierto hay en Junts o el PNV?), si se cierra ese círculo, decimos, la legislatura va a necesitar grandes dosis de contorsionismo y funambulismo. Acrobacia en general.

Por el lado contrario, el círculo del PP, la cuestión no pasa por habilidades de trapecistas sino científicas o sencillamente utópicas. Visto lo visto, lo suyo tiene que ver con la cuadratura del círculo. Las puertas del circo se abren, al menos quedan entornadas y no cerradas, para Pedro Sánchez y los suyos. Aunque en ese enunciado –los suyos– existe ya una exigencia para que demuestre –una vez más– sus condiciones de tragasables. Porque ¿quiénes son los suyos? Los 121 diputados del PSOE, sin duda. ¿Y las tres decenas de Sumar? Quizás. Porque si dicen que Sánchez necesitará conformar un gobierno Frankenstein, Sumar tiene su propio Frankenstein intestinal y deberá lidiar con la acidez de estómago de Unidas Podemos. Lo que queda de ellos no es mucho, pero sí muy correoso. Con posibilidad de resultar indigesto.

Y, como es más que notorio, el independentismo también cuenta con sus propios monstruos cosidos. El circ de los catalanistas es de los grandes, de aquellos de cinco pistas. Allí vuelan los cuchillos al pecho de las azafatas y sus magos no paran de usar la sierra para cortar en trozos al rival. Junts a Esquerra y Esquerra a Junts. El escurridizo Houdini de Waterloo frente a la prisión padecida por Junqueras. Los vascos, menos exhibicionistas, levantan sus pedruscos y los dejan caer en el pie del vecino. PNV a Bildu, Bildu al PNV. Por suerte los circos ya no tienen fieras y en el de la carrera de San Jerónimo no se conoce ningún animal desde que lo abandonara Tejero. Los payasos son ocasionales. Pero no por ello va a ser fácil sacar adelante cualquier número, cualquier ley. Contorsionismo, habilidad de jefe de pista, arte para escamotear y doctorado en el birlibirloque son las condiciones que habrá de tener el posible Gobierno. Está claro, si sale investido, el admirable faquir Pedro Sánchez, además de escupir fuego tendrá que tragarlo.