Rosa Belmonte-El Correo

  •  Que Armengol sea sectaria, contraria al castellano y, como ha escrito Álvaro Delgado, tenga «desprecio por el régimen político del cual acaba de convertirse en tercera máxima autoridad» da lo mismo

Francina me fascina. Los dos días que lleva en Madrid enseñándose en fotos lo ha hecho con los brazos al descubierto. Digamos que sus brazos no son los de doña Letizia. Los míos tampoco, por eso me fijo en la exhibición de molla. Claro que esa es la tónica del mercado persa en que consiste la política. En todos sitios. En la UE o en cualquier país. Da igual si se hace de manera más evidente. Con Sánchez cediendo a Junts y ERC para obtener sus votos. Ha tenido los del PSOE, Sumar, PNV, BNG y Bildu. No necesitaba el de CC, que fue a Gamarra. Sánchez se habrá echado en los brazos del nacionalismo, pero dudo que el PP no lo hubiera hecho de poder. No sorprende el ‘me importa un pimiento quién sea la presidenta del Congreso si sirve a mis fines’. Que Armengol sea sectaria, contraria al castellano y, como ha escrito Álvaro Delgado, tenga «desprecio por el régimen político del cual acaba de convertirse en tercera máxima autoridad» da lo mismo.